Cerca de Madrid (España), en un pueblito llamado Alcalá de Henares, Doña Sija le dice a Lula su vecina: _Lula, ¿has visto lo raro que está el “destelengao” vecino nuestro en estos días? Se estaba refiriendo a su vecino, un viejo largo y flaco como una tabla de manacla, y que no era otro que, el hombre que mas tarde sería el famoso Don Quijote de la Mancha.
_Claro que lo estoy notando –dijo Lula- pero déjame decirte que ayer, ese tajalán llamó a Panchita, la que vive en la parte de atrás de la casa de él, para que le prestara a su hijo Luis, para enviarlo al pueblo a llevar un saco de “tereques” viejos.
_Pero, no averiguaste qué era lo que llevaba en ese saco? ¿Cómo se te pasó ese detalle? –dijo Doña Sija en el tono carácterístico de las vecinas chismosas.
¡Ah! Pero, ¿tu crees que soy alguna pendeja para no preguntar? _Mira, en ese saco había unas polainas viejas, una lanza de metal oxidada, una pechera de metal, también un casco que parece que perteneció al abuelo del viejo, un caldero, dos bateas y un chorro de vainas mas que no me supieron decir, aunque creo que era una armadura oxidada.
_Y, para dónde carajo llevaba todo eso? –dijo Lula-
_Oh, a empeñarlo en el pueblo, parece que ese tajalán tá falto de dinero y no dudes que esos meneos de trastos viejos que se oyen en esa casa, sea tramando algo raro, tu sabes que ese tipo tá medio quillao, y a veces se le mete una cosa rara y se cae pataleando y empieza a insultar al rey. –dijo Doña Sija-
_Si, tá jodón ese viejo, tiene como mil fuñendas de metal y no sé qué se propone.
El mes pasado le cogió con decirle cuernero al rey y vinieron cuatro guardias y se lo llevaron guindando por los “fundillos” y aún teniéndolo agarrado por el cocote, iba voceando dizque que el rey era un bolsú que le estaban pegando cuernos y que tenia ladillas. Ese viejo es guapo con cojones. -dijo Lula-
No te imaginas la risa que me dio, ver esos guardias arrastrando ese saco de huesos; hasta se le rompió el pantalón por debajo y, muérete tu, se le salió esa tripa arrugá, pelúa y cabezona. Toda la comarca se vino abajo de tanto reirse.
Mientras esas vecinas despotricaban contra el viejo tajalán, éste escribía una carta en esto términos: “Mi amada y querida Dulcinea del Toboso, a mi me tá llevando el Diablo, tengo un maldito arranque, que ya ni en los ventorrillos del poblado me quieren fiar, no tengo ni calzoncillos, se los presté a un vecino y me los trajo lleno de sica, y hasta con ladillas, con tan mala suerte que los dejé tendidos en el patio y unos perros se los comieron. No sé qué bueno puede saberle un jodio trapo cagao a esos perros.
Estoy sufriendo de “mal de amor” y tu eres la culpable mi bella Dulcinea. Sé que toy muy viejo pa’ti, pero si tu me jurungas un poco los “entresijos, es posible que pueda darte tus “toquecitos”, aunque mis materiales colgantes no sean ya la gran cosa, y que se me hayan alargado demasiado los sacos de las bolas, te aseguro que todavía preño, por lo que me gustaría tener contigo un Quijotico si es macho, o una Dulcineíta si es hembra.
De tanto pensar en ti, ni cuenta me dí que el tiempo me estaba pasando por encima, lo supe cuando me senté a hacer pupú detrás de una mata de cajuiles y noté que las hormigas me picaron las “gandumbas”, porque al ponerme en cuclillas, el saquito de los materiales rozó la tierra y las hormigas hicieron su agosto. ¡Malditos animalitos! ¡Perdona la palaabra mami, pero es que todavía tengo la hinchazón, y la gente cuando me ve el gran bulto, comentan que soy "quebrao".
(en Ocoa, al que tiene materiales colgantes de "sobra", se le dice que es "quebrao", no sé porqué y, ni me pregunten).
Mi bella Dulcinea, eso que te he dicho, mas lo corto que estoy de vista, me han hecho ver la realidad de que ya estoy “pasado meridiano”, pero te amo y eso no me lo puede prohibir el rey, ese buen caga cocina. Perdona, que se me zafen algunas malas palabras, pero es que cada vez que pienso en ese maldito rey, tan jartón y tan pendejo, que se deja pegar los cachos, me quillo.
Estos montes son una vaina, a veces digo alguna mentirilla como cuando unos perros ladraron a nuestro paso triunfal por la manigua y Sancho me dijo: "Viejo, nos estan ladrando los perros, apure el paso".
Entonces le dije a Sancho: "Si nos están ladrando, es señal de que avanzamos" amigo.
Pero para hablarte la verdad Mami Dulci, esos perros nos estaban ladrando por el tamao grajo que yo traía desde hacía una semana y por el "vajo" (vaho) a nalga que tenia Sancho. Tuve decirle esa mentirilla de los perros para no dejar en claro que nos estabamos descascarando en esos montes.
Cuando esta esquela haya llegado a tus manos, ya yo estaré en esos montes de Dios, matándome con to’esos hocico’e puercos del mundo, y buscando el castillo que pondré a tus pies mami chula.
He tenido que aguantar pescozones, galletas, trompones y, toda clase de golpes con tal de conseguirte un castillo. Hace días, hubo un gigante con tres brazos larguísimos que acabó conmigo. Ese maldito peleaba dando vueltas, y cada vez que me daba una pescozá con una mano, venía la otra y me remataba y cuando yo pensaba que me podía parar, ahí venía la tercera mano y me remataba. ¡Coño, que hombre que peleaba raro! Después fue que supe su nombre, se llamaba Don Molino de VIento. Muy feo nombre para un hombre que pelea tan raro y bien.
Rocinante, mi caballo, tiene anemia porque no come bien, tengo miedo porque está muy flaco y se me puede morir en cualquier jarda. (jarda en idioma campesino, es un sendero empinado) A ese caballo lo quiero con cojones, lo único malo es que, se tira unos malditos “Peos” que me hacen vomitar y, al tener yo tan poca cosa en el estómago, me mareo de una vez
.
Perdona que dije “peo” y no pedo, fue un tal Colón que llevó la palabra pedo a La Hispaniola, y de allá vino diciendo “peo”, todo lo dañan esos azarosos de por allá. De ese “levente” llamado Colón, en otro momento te diré lo que hacía con los Hermanos Pinzón. ¡Madre mía, cuantos pájaros juntos!
“Mira mi bella Dulcinea, lo único que te pido, es que no me pegues los cuernos porque, aunque nunca te he dado ni un “chuponcito” en el cocote, me dolería que alguna vecina me escribiera diciéndome que te estás acostando con un mercader, o con un pastoreador de chivos, esas viejas son mas chismosas que el Diablo.
Según los libros de caballería de Amadís de Gaula, a los caballeros no se les pega cuernos, los caballeros son chulos, vividores, y que se acuestan con las putas, y hasta son “fulleros”, pero yo, no tengo ojos para nadie mas que no seas tu, mi bella Dulcinea, además, no tengo materiales suficientes para andar de puta en puta.
Hace días, le decía algo de eso a un vecino mío, y lo que me dijo el muy hijo’e puta fue: _”Vecino, cuando ya ud no pueda con lo de alante, use el de atrás”. De eso hace un mes, y todavía no se ha podido reír el maldito vecino, porque le dí un codazo en el “hocico”, que se tragó como media docena de dientes, no le quedó uno en el frente, ahora tiene la boca como un "embique".
“Fuí investido como Caballero por el dueño de una Venta, mi nuevo nombre es, Don Quijote de la Mancha, me viene ese nombre de Quijote porque, aunque me duele decirlo, tengo la quijá como un burro, lo de La Mancha, es por un "antojo" que tengo en el hueso de la sopa. Mi mamaíta que se antojo de un chicharrón.
Cuídate amada mía, y recuerda, no me pegues cuernos que eso azara”.
“Tu papi lindo, tu Quijote chulo de La Mancha”
_Claro que lo estoy notando –dijo Lula- pero déjame decirte que ayer, ese tajalán llamó a Panchita, la que vive en la parte de atrás de la casa de él, para que le prestara a su hijo Luis, para enviarlo al pueblo a llevar un saco de “tereques” viejos.
_Pero, no averiguaste qué era lo que llevaba en ese saco? ¿Cómo se te pasó ese detalle? –dijo Doña Sija en el tono carácterístico de las vecinas chismosas.
¡Ah! Pero, ¿tu crees que soy alguna pendeja para no preguntar? _Mira, en ese saco había unas polainas viejas, una lanza de metal oxidada, una pechera de metal, también un casco que parece que perteneció al abuelo del viejo, un caldero, dos bateas y un chorro de vainas mas que no me supieron decir, aunque creo que era una armadura oxidada.
_Y, para dónde carajo llevaba todo eso? –dijo Lula-
_Oh, a empeñarlo en el pueblo, parece que ese tajalán tá falto de dinero y no dudes que esos meneos de trastos viejos que se oyen en esa casa, sea tramando algo raro, tu sabes que ese tipo tá medio quillao, y a veces se le mete una cosa rara y se cae pataleando y empieza a insultar al rey. –dijo Doña Sija-
_Si, tá jodón ese viejo, tiene como mil fuñendas de metal y no sé qué se propone.
El mes pasado le cogió con decirle cuernero al rey y vinieron cuatro guardias y se lo llevaron guindando por los “fundillos” y aún teniéndolo agarrado por el cocote, iba voceando dizque que el rey era un bolsú que le estaban pegando cuernos y que tenia ladillas. Ese viejo es guapo con cojones. -dijo Lula-
No te imaginas la risa que me dio, ver esos guardias arrastrando ese saco de huesos; hasta se le rompió el pantalón por debajo y, muérete tu, se le salió esa tripa arrugá, pelúa y cabezona. Toda la comarca se vino abajo de tanto reirse.
Mientras esas vecinas despotricaban contra el viejo tajalán, éste escribía una carta en esto términos: “Mi amada y querida Dulcinea del Toboso, a mi me tá llevando el Diablo, tengo un maldito arranque, que ya ni en los ventorrillos del poblado me quieren fiar, no tengo ni calzoncillos, se los presté a un vecino y me los trajo lleno de sica, y hasta con ladillas, con tan mala suerte que los dejé tendidos en el patio y unos perros se los comieron. No sé qué bueno puede saberle un jodio trapo cagao a esos perros.
Estoy sufriendo de “mal de amor” y tu eres la culpable mi bella Dulcinea. Sé que toy muy viejo pa’ti, pero si tu me jurungas un poco los “entresijos, es posible que pueda darte tus “toquecitos”, aunque mis materiales colgantes no sean ya la gran cosa, y que se me hayan alargado demasiado los sacos de las bolas, te aseguro que todavía preño, por lo que me gustaría tener contigo un Quijotico si es macho, o una Dulcineíta si es hembra.
De tanto pensar en ti, ni cuenta me dí que el tiempo me estaba pasando por encima, lo supe cuando me senté a hacer pupú detrás de una mata de cajuiles y noté que las hormigas me picaron las “gandumbas”, porque al ponerme en cuclillas, el saquito de los materiales rozó la tierra y las hormigas hicieron su agosto. ¡Malditos animalitos! ¡Perdona la palaabra mami, pero es que todavía tengo la hinchazón, y la gente cuando me ve el gran bulto, comentan que soy "quebrao".
(en Ocoa, al que tiene materiales colgantes de "sobra", se le dice que es "quebrao", no sé porqué y, ni me pregunten).
Mi bella Dulcinea, eso que te he dicho, mas lo corto que estoy de vista, me han hecho ver la realidad de que ya estoy “pasado meridiano”, pero te amo y eso no me lo puede prohibir el rey, ese buen caga cocina. Perdona, que se me zafen algunas malas palabras, pero es que cada vez que pienso en ese maldito rey, tan jartón y tan pendejo, que se deja pegar los cachos, me quillo.
Estos montes son una vaina, a veces digo alguna mentirilla como cuando unos perros ladraron a nuestro paso triunfal por la manigua y Sancho me dijo: "Viejo, nos estan ladrando los perros, apure el paso".
Entonces le dije a Sancho: "Si nos están ladrando, es señal de que avanzamos" amigo.
Pero para hablarte la verdad Mami Dulci, esos perros nos estaban ladrando por el tamao grajo que yo traía desde hacía una semana y por el "vajo" (vaho) a nalga que tenia Sancho. Tuve decirle esa mentirilla de los perros para no dejar en claro que nos estabamos descascarando en esos montes.
Cuando esta esquela haya llegado a tus manos, ya yo estaré en esos montes de Dios, matándome con to’esos hocico’e puercos del mundo, y buscando el castillo que pondré a tus pies mami chula.
He tenido que aguantar pescozones, galletas, trompones y, toda clase de golpes con tal de conseguirte un castillo. Hace días, hubo un gigante con tres brazos larguísimos que acabó conmigo. Ese maldito peleaba dando vueltas, y cada vez que me daba una pescozá con una mano, venía la otra y me remataba y cuando yo pensaba que me podía parar, ahí venía la tercera mano y me remataba. ¡Coño, que hombre que peleaba raro! Después fue que supe su nombre, se llamaba Don Molino de VIento. Muy feo nombre para un hombre que pelea tan raro y bien.
Rocinante, mi caballo, tiene anemia porque no come bien, tengo miedo porque está muy flaco y se me puede morir en cualquier jarda. (jarda en idioma campesino, es un sendero empinado) A ese caballo lo quiero con cojones, lo único malo es que, se tira unos malditos “Peos” que me hacen vomitar y, al tener yo tan poca cosa en el estómago, me mareo de una vez
.
Perdona que dije “peo” y no pedo, fue un tal Colón que llevó la palabra pedo a La Hispaniola, y de allá vino diciendo “peo”, todo lo dañan esos azarosos de por allá. De ese “levente” llamado Colón, en otro momento te diré lo que hacía con los Hermanos Pinzón. ¡Madre mía, cuantos pájaros juntos!
“Mira mi bella Dulcinea, lo único que te pido, es que no me pegues los cuernos porque, aunque nunca te he dado ni un “chuponcito” en el cocote, me dolería que alguna vecina me escribiera diciéndome que te estás acostando con un mercader, o con un pastoreador de chivos, esas viejas son mas chismosas que el Diablo.
Según los libros de caballería de Amadís de Gaula, a los caballeros no se les pega cuernos, los caballeros son chulos, vividores, y que se acuestan con las putas, y hasta son “fulleros”, pero yo, no tengo ojos para nadie mas que no seas tu, mi bella Dulcinea, además, no tengo materiales suficientes para andar de puta en puta.
Hace días, le decía algo de eso a un vecino mío, y lo que me dijo el muy hijo’e puta fue: _”Vecino, cuando ya ud no pueda con lo de alante, use el de atrás”. De eso hace un mes, y todavía no se ha podido reír el maldito vecino, porque le dí un codazo en el “hocico”, que se tragó como media docena de dientes, no le quedó uno en el frente, ahora tiene la boca como un "embique".
“Fuí investido como Caballero por el dueño de una Venta, mi nuevo nombre es, Don Quijote de la Mancha, me viene ese nombre de Quijote porque, aunque me duele decirlo, tengo la quijá como un burro, lo de La Mancha, es por un "antojo" que tengo en el hueso de la sopa. Mi mamaíta que se antojo de un chicharrón.
Cuídate amada mía, y recuerda, no me pegues cuernos que eso azara”.
“Tu papi lindo, tu Quijote chulo de La Mancha”
elpidiotolentino@hotmail.com; elpidiotolentino@gmail.com
Imprimir
No hay comentarios:
Publicar un comentario