Por Henry Osvaldo Tejeda
Hay que estar vivo para ver vainas. Ayer mismo, presencié un pleito de barrio entre dos mujeres a las que el gran Manuel Antonio Rodríguez (Rodriguito), el conductor del programa radial "El Informador Policíaco", en su sección dramatizada "El Suceso de Hoy", les llamaba "Maripositas noctámbulas".
Ya en estos tiempos, a ese tipo de mujer se le cambió el nombre por el de "avión", porque son mujeres que aterrizan en cualquier aeropuerto, perdón, quise decir, en cualquier callejón.
Por lo que pude escuchar, esas mujeres se saben el nombre de todos los animales de la fauna nacional, además de los apodos o los apodos derivados de sus nombres. Una de ellas, dolida porque le dijeron que su marido se estaba "arrastrando" con la otra, de esta manera la espetó:
_ Mira maldita zorra, déjate de estar cotorreándole tus chiverías y haciéndole ojo bonito a mi marido, cucaracha de sumidero. ¿No ves que ese gallo solo tiene ojos para esta gallina?
Mientras esto decía, se daba palmadas en las nalgas con la mano derecha, haciendo gala del gran sillín (perdón), quise decir, el gran trasero con que cuenta. Así prosiguió:
_ No soy una perra realenga y "viralata" como tú, ni una chiva que anda por las calles detrás de los pollos ajenos. ¡Déjate de andar como las conejas saltando de un lado pa'otro! ¿Es que acaso me ves cara de vaca y que debo llevar cachos?
La respuesta de la otra mujer no se hizo esperar: _ Pero, oigan a esta mula! ¡Dime "querida" (la palabra querida, la deletreó agregándole un cantaíto), ¿quién carajo te ha metido ese rollo en la cabeza? No me gusta tu marido querida puerca, el barrio sabe que vives más chiva que una guinea tuerta. Si es que no te sientes segura de tu marido, suéltalo en banda y déjate de hablar burradas, gata de callejón.
A medidas que iba insultando a la asombrada "esposa", la avioneta, carajo, excúsenme de nuevo es que quise decir, la otra mujer. Pues bien, la mujer se iba subiendo de tono y así prosiguió: _ Se sabe que eres mula porque ni pares, no has podido darle un macaco a tu querido pollo, así es que sácate esas burradas de ese hueco que tienes por cabeza y deja tranquila a las mujeres serias.
_ ¿Seria tú? jajajajajaja! No me hagas reír que tengo la "bemba" partida, dijo la "dueña del hombre". Dime grillo montesino, ¿a quién es que esos "motoconchos" de la esquina acusan de que han visto aterrizar en casi to'los callejones del barrio con distintos pilotos? Dime si no es a ti, grillo, buen avionazo!
Luego de escuchar esta acusación, el avión (no, no, perdón, estoy ya prejuiciado), es decir, la chica le entró a dos manos a la acusadora arrancándole como diez rolos de la cabeza. Al suelo cayó una docena de pinchos y un greñerío retorcido de un color raro (la chica tenía el pelo teñido de un color entre naranja y zanahoria. ¡Diablos! –Pensé yo, al verle la cabeza-Con razón es que le dicen "caco'e locrio".
No los voy a cansar con el cuento; me alejé del lugar porque me da pena ver ese triste espectáculo tan común en esta parte del mundo. Luego me contaron que las mujeres fueron a parar al hospital de Salud Pública con chichones, moretones, pellizcos y mordidas curables antes de los diez días.
Días después supe que un médico dijo algo así como: "Aunque esas mujeres tuvieran golpes por pipá, no las íbamos a poder internar porque en este hospital de Salud Pública: no hay camas, no hay ni curitas, no hay yodo, ni mercurio, ni higiene, ni suero, ni esto, ni aquello, ni lo otro y, lo único que hay aquí son, muchas botellas pero de las que cobran todos los meses". Este es mi país.
No hay comentarios:
Publicar un comentario