lunes, 24 de noviembre de 2014

El dinero no da la felicidad


Por José Luis De Ramón
Socio Director
jlderamon@deloitte.com


Los economistas creemos que la riqueza es importante para el bienestar de las personas. Tratamos de promoverla, y por supuesto, medirla. Medimos también cómo se distribuye la riqueza, porque le damos valor (unos más que otros) a la igualdad como mecanismo para la cohesión social.

El principal indicador de riqueza es el PIB; se han hecho esfuerzos para medir el PIB como Bienestar, aunque estas metodologías no han tenido mucha acogida. El Índice de Desarrollo Humano es un indicador muy aceptado de bienestar, conjugando riqueza con criterios de salud y educación.

Lo que jamás podremos medir, aparentemente, es la felicidad.

Para los humanos, cuando algo es más abundante, menos vale. No nos da la misma satisfacción el primer vaso de agua que el cuarto, cuando nos azota la sed.

Pasado el umbral de la miseria, parecería que lo material no hace feliz al hombre. En los Estados Unidos, un país rico con información de calidad disponible, el ingreso per cápita en términos reales se ha más que duplicado del 1972 al presente.

Sin embargo, año tras año, sólo cerca del 30% de los ciudadanos de ese país se consideran muy felices.

Estoy casi, casi, abandonando a Adam Smith para seguir a Buda.




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