Por: José Luis De Ramón
Socio Director
El fútbol sigue siendo lo más importante de lo menos importante. Nada genera emociones colectivas tan profundas a lo largo y ancho del planeta como este deporte, sobre todo cuando es jugado a nivel de selección nacional.
Además de admirar (y odiar) a los “cracks” y disfrutar con las genialidades que se ven en el terreno de juego, el fútbol permite comprobar muchas de las tendencias sociales y económicas presentes en el mundo.
Hace tres mundiales que vengo siguiendo en detalle como la emigración se manifiesta en la conformación de los equipos nacionales. Básicamente mi tesis es que la xenofobia, tan “de moda” en este momento, se olvida cuando llega el mundial.
Las ligas de fútbol suelen ser más competitivas en los países que reciben emigrantes que en los que los generan. Los países que los reciben incorporan migrantes a sus equipos ya sea por nacimiento (primera generación) o concediendo la nacionalidad. Los países que generan migrantes usan jugadores nacidos en la diáspora.
El 11% de los jugadores del Mundial de Rusia 2018 han nacido fuera de las fronteras. Como se puede observar en el gráfico, Marruecos y Senegal se alimentan en gran medida de hijos de emigrantes. Suiza ha capturado migrantes cuyo origen es el conflicto de los Balcanes.
Este 11% es apenas la punta del iceberg. Haber nacido en el país con el que se juega no explica el origen migratorio del jugador. La FIFA permite a un jugador pertenecer a la selección del país que nace o del país del que proviene. La página www.transfermarkt.com presenta la elegibilidad o “doble nacionalidad” de los jugadores.
Esto da más luz sobre la participación de la migración en una selección. Tomemos a Francia como ejemplo: sólo tres jugadores han nacido fuera de su territorio, pero 14 jugadores son emigrantes y hubieran podido jugar con su país de origen. Entre las estrellas, Matuidi es de Angola, Umtiti y Mbappé de Camerún, Pogba de Guinea, Kanté de Mali y Areola de Filipinas.
Ninguna estadística supera el fenómeno como lo acontecido en Brasil donde los dos medio-hermanos Boateng, que tienen el mismo padre, un emigrante ghanés a Alemania, y que se enfrentaron en el Mundial, uno jugando por Alemania y otro por Ghana.
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