Betania ahora tiene 17 años, pero en su corta vida, ha pasado por muchos retos. Perdió a su madre cuando tenía 12 años. Fue justamente después de la muerte de su madre que Betania llegó a la Clínica de Familia, acompañada por su padre.
Llegó en malas condiciones de salud, incluyendo hinchazón del cuerpo, anemia y dolor agudo. El resultado a la prueba de VIH salió positivo. De inmediato, se enroló en el programa de pediatría de la Clínica de Familia, donde recibió atención médica y tratamiento.
Su padre, por sentir que no iba a poder cuidarla bien, sin su madre, decide ingresarla a un orfanato. Desde ahí, Betania presenta cambios en la conducta. No habla, tiene mala adherencia a sus medicamentos, no quiere venir a sus consultas y presenta un comportamiento explosivo. Esto último hace que el orfanato, en el 2015, decida no tenerla.
El amor de padre hace que éste decida luchar por su hija. Le acompaña, sin importarle que ella se niegue, a sus citas médicas y la Clínica de Familia se le asigna una promotora comunitaria para darle seguimiento. Luego de varias visitas e intervenciones con ella y con el padre, por parte de la promotora, el departamento de salud mental y también su pediatra, Betania empieza a cambiar su comportamiento.
Hoy en día, Betania está muy bien de salud. También tiene una relación armoniosa con su padre. Es muy adherente a sus medicamentos y nunca falta a sus citas.
Ha aprendido que el amor cambia todo. Ella está estudiando y tiene muchas metas para el futuro, las cuales seguramente logrará con el amor de su padre, el apoyo de la Clínica de Familia y su propio esfuerzo y determinación.
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