RAMÓN ALMÁNZAR
Niní Cáffaro: “He sido artista de primera línea toda la vida porque lo que no hago es rebajarme y relajar el arte”. SILVERIO VIDAL/LISTÍN DIARIO |
SANTO DOMINGO (LISTÍN DIARIO).- Niní Cáffaro amaneció hoy lunes con 80 años sobre sus hombros, pero cargado de frutos cosechados en dos carreras, la gerencial como ejecutivo de empresas y la artística que le dio fama y popularidad, convirtiéndolo en el rey de los festivales y en la voz por excelencia de la canción popular más emblemática de República Dominicana: “Por amor”.
“La vida me regaló dos carreras distintas, paralelas, pero cuando jovencito jamás pensé que iba a ser cantante”, comenzó diciendo Erasmo Alfonso Cáffaro Durán (su verdadero nombre) en su charla con LISTÍN DIARIO.
Tampoco programó convertirse en un referente de buena salud o encontrar la fuente de la juventud que se le atribuye y que él simplemente afirma que es producto de una vida sana, deportiva, una alimentación balanceada, moderada y una vida feliz, aunque regida por la disciplina, la responsabilidad, la estabilidad familiar, sin excesos.
Aunque nació en San Pedro de Macorís, el 25 de noviembre de 1939, Cáffaro asocia su niñez a los barrios capitalinos de San Carlos, Gazcue y Ciudad Nueva. Aun mantiene en sus recuerdos cuando recibió de regalo una patineta, con la que llegaba hasta el parque Independencia.
Su acercamiento a la música se dio de manera fortuita. “En mi casa quien cantaba más era mi hermano mayor, pero yo no buscaba eso en mi vida”, afirmó.
En su preadolescencia, en Gazcue había un grupo que estaba ensayando para formar la Schola Cantorum del Convento de los Dominicos, bajo la dirección del sacerdote Ramón Bello Peguero.
“Un día yo de comparón salí a cantar y le dijeron al padre Bello Peguero que ahí habían unos muchachos que cantaban altísimo y fue así como nosotros, los tres hermanos (el cuarto nació después) entramos como tiples en el coro (que era la voz de niño equivalente a soprano de mujer, pues era un coro masculino).
Con los años se convirtió en voz principal del coro y con las orientaciones de Bello Peguero educó su voz hasta ser tenor.
“Mi papá era un amante de la música clásica y de la ópera. Me pasé desde que era un niño oyendo óperas y conciertos clásicos, y con mi mamá a Barbarito Diez.Yo soy loco con la ópera Madame Buterfly. Todos los domingos mi papá era fijo escuchando música clásica y desde entonces soy fiel seguidor de lo clásico, no soy un advenedizo en esta materia”, sostuvo.
Solano en su vida
Después del padre Bello Peguero a su vida llegó su gran padrino: Rafael Solano, quien guió su vida profesional y le cambió el estilo de cantar para adaptarlo a la música popular.
En el ocaso de la década del 50, cuando las serenatas estaban de moda (músicos que iban a tocar y a cantar por las noches canciones de amor a casas de jóvenes), Cáffaro fue a sorprender de esa manera a una muchacha de familia Thormann y una hermana de Solano escuchó a Cáffaro cantando.
En medio de la ebullición sociopolítica que se avecinaba a raíz de la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo, en marzo de 1959 Solano reclutaba jóvenes cantantes para su programa de televisión “La Hora del Moro”, que porque ya había comenzado el programa televisivo “La Hora del Moro”, que comenzó por Rahintel inmediatamente tras su inauguración, el 28 de febrero de 1959 y que fue el primer canal de inversión privada del país (y que hoy es Antena Latina).
“La hermana de Solano estaba en esa casa de la familia Thormann cuando yo canté “Amor y Delirio” (dada a conocer por Héctor Pardo y en el país por Arístides Incháustegui), ella tenía un cuarto alquilado, y le recomendó a Solano que me buscara para su programa”, contó Cáffaro.
De esa manera llegó a la pensión donde vivía Solano, quien lo evaluó y le hizo la observación de que “me parecía mucho al mexicano Néstor Chaires y al venezolano Alfredo Sadel y le dije: - Bueno, esos son los dos artistas que yo canto”.
Solano lo tranquilizó y le dijo que iba a trabajar para crearle un repertorio propio después de integrarlo a “La Hora del Moro”. Y eso fue lo que hizo.
La primera vez que participó en el espacio televisivo de Rahintel recuerda que al concluir “el barrio entero me estaba esperaando, en Ciudad Nueva, porque eso era un acontecimiento”.
Dos años más tarde, en 1961, llegó su primera grabación; “Violeta”, compuesta por Barón Ponciano (nativo de Bayaguana) con arreglos de Máximo Zorrilla, de un corte sociopolítico. “No he podido conseguir la grabación, se perdió”, se lamenta. Y le llega a la mente que “Violeta se llamaba la novia o esposa de uno de los presos políticos de entonces”.
Con “Violeta” no pasó nada en su voz, aunque una versión en merengue grabada por Joseíto Mateo se hizo más popular.
“Yo fui a Radio Televisión Dominicana y ahí estaba Joseíto Mateo. Oyó la canción y me dijo: pero muchacho, a esa canción se le hace un ritmo, pampampam, y la grabó, y esa fue la que se quedó, con él se pegó”. Se ríe al recordar esa historia que quedó sepultada por sus reales sucesos musicales bajo la sombra de Solano.
En 1962 vendrías otras dos canciones: “Ayúdame a olvidar”, del dominicano Juan Lockward, y “El corazón no miente”, del mexicano Juan Bruno Terraza. “Solano siempre ha sido un gran admirador de los compositores dominicanos. Por él aprendí yo la mayoría de las canciones dominicanas. -Apréndanse las canciones dominicanas, decía. Ha sido un gran defensor de la canción dominicana.
Sin embargo, el año 1965 fue un año clave en su historia discográfica. En plena revolución civil estaba pegada la canción “Mi debilidad”, interpretada por el dominicano Aníbal de Peña y otro tema en voz de Cáffaro vendría a desbancarla: “En ruinas”, escrita por Solano.
“Cuando termina la revolución, en septiembre por ahí, comienzo a grabar “Si nadie amara”, de René del Risco Bermúdez, pero antes de que los músicos se fueran, Solano dijo: un momentico ahí, vamos a grabar este, y sin papeles previos salió “En ruinas”, la canción más escuchada en el país entero desde finales del 1965 y en 1966”.
La canción, “En ruinas”, lo llevó a la fortuna y a partir de ahí fue popular en todos los pueblos, con presentaciones en los cines, clubes y otros escenarios. “Yo recorría todo el país cantando”.
Ahí mismo,en 1966, entró a la radio otro tablazo: “Cada vez más”, también de Solano.
No obstante, Cáffaro no pudo disfrutar en vivo de ese éxito musical porque antes de la pegada se fue a Centroamérica a realizar una especialidad en malaria.
“Cuando llego al país, que había pasado el boom de la canción, Solano me entregó cinco mil y pico de pesos producto de la venta de los discos (eran socios en una disquera) y con eso hasta una casa compré”.
El 1968 marcó un antes y un después en la vida de este joven cantante que de forma paralela se había graduado un año antes de Finanzas en la Universidad Autónoma Santo Domingo (UASD).
En 1968, hace 51 años, Amucaba convocó al primer Festival de la Canción, el que Cáffaro ganó a garganta limpia puesta con toda potencia en “Por amor”, la obra maestra de Solano, y que catapultó a ambos a la posteridad musical dominicana.
“Esa canción me llevó a ser un artista internacional, pero yo nunca quise ser un artista a tiempo completo”, insistió el pasado viernes durante el encuentro con este redactor.
En los años que siguieron ganó la medalla de oro en el Primer Festival de la Canción Latina en el Mundo, realizado en México en 1969, y el tercer lugar en el Festival Oti realizado en Bello Horizonte (Brasil) en 1973.
Su vida transcurrió entre el mundo artístico, el empresarial y la gestión pública. Durante 18 años fue administrador del Servicio Nacional de Erradicación de la Malaria y otros 25 años como ejecutivo del grupo León Jimenes. Desde hace nueve años es director del Teatro Nacional Eduardo Brito.
La palabra retiro no está en sus pensamientos. “Quizás como servidor público pronto llegue el retiro, y estoy preparado para cuando venga ese día, pero no es que me quiera ir, aunque ya como artista es más difíci, eso será cuando Dios disponga”.
EN SU ENTORNO
Lo familiar
Niní Cáffaro goza de estabilidad familiar fruto de su matrimonio con Cossette Sánchez, con quien procreó cuatro hijos: Alicia Alexandra, Lourdes Lisette, Nelson Alfonso y José Alberto, de 55, 54, 50 y 46 años, respectivamente. A ellos se sumaron siete nietos y una biznieta.
Un ejemplo
“He llevado una vida ordenada. Mi familia ha sido mi centro y mis hijos no tienen de qué avergonzarse.
Soy un hombre honesto”, afirmó Cáffaro. “He sido una persona muy feliz. CON altas y bajas, pero si paso balance he sido más feliz que todo”.
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