Oscar López Reyes.
En patios y salones de alcurnia brota la interrogante del por qué los dominicanos sospechan tanto de los haitianos, y a qué se debe que están inundados de resquemores y, sin embargo, ese fenómeno no acontece con inmigrantes de otras naciones. Luego de más de 30 batallas triunfadoras contra los haitianos, ¿han jugado éstos fútbol con los dominicanos? Por segunda vez, ¿pretenden cogerse el río Masacre? En el primer intento, el gobierno dominicano tuvo que realizar una exhibición de sus fuerzas militares en Dajabón.
No puntillan grietas los españoles, palestinos-sirio-libaneses ni los chinos, que llegan desde tierras lejanas y no son un peligro para contaminar la identidad nacional por su reducida cantidad; arreglan sus papeles, instalan negocios para generar trabajo, no atacan a los dominicanos ni quitan empleos, y tampoco formulan denuncias maliciosas en el exterior.
La desconfianza hacia los vecinos del Oeste tiene raíces históricas y económicas, y en conductas extraviadas. En 1901, los dominicanos y su gobierno reaccionaron sobresaltados ante el inicio de trabajos a cargo del vice-cónsul de Haití, Dalbémar Theodore, para la desviación de dicho afluente, en terrenos en litigio en la sección de Pitobert, en Dajabón. El 31 de enero de ese año, el gobernador de Montecristi, Toribio H. García, reclamó al gobernador de Fort Liberté, Esmangart Léonard Emmanuel, explicaciones sobre la susodicha tarea, “que perjudicaría notablemente los intereses dominicanos en la frontera”.
El funcionario consular se negó a detener los trabajos, y confirmó que tenía órdenes de proceder a la desviación del río Masacre, por lo que el gobierno dominicano tuvo que realizar una exhibición de sus fuerzas militares en Dajabón.
Entonces, ¿cómo terminó el conflicto?
1.- Subida de tono de la controversia, con gesto impetuoso, entre las representaciones diplomáticas de las dos naciones.
2.- Colocación de un contingente militar en los predios señalados como del vicecónsul haitiano, Dalbémar Theodore, en la orilla izquierda del río Masacre.
3.- Intervención ante el presidente de la República, Tirésias Simón Sam, por el Ministro Plenipotenciario de la República Dominicana en Haití, Ignacio María González, y el encargado de Negocios de ese país en Santo Domingo, Louis Bornó. Ambos, luego fueron presidentes.
4.- Creación de una comisión mixta para clarificar los acaecimientos, zanjar la disputa y formular indicaciones para el trazado de la raya fronteriza en su extremo Norte.
Para dirimir y superar el diferendo fronterizo, durante 28 años hubo que presenciar una batahola de acontecimientos trémulos, irritantes y fatídicos: la supresión de la ilícita Convención de la Mole San Nicolás; suscribir en México con distintos países de América Latina un Tratado de Arbitraje y, posteriormente, un protocolo de ad-referendum sobre la raya demarcativa, con la mediación de Estados Unidos, y la frustración mediadora del papa Santo León XIII.
También palpamos el asesinato del presidente dominicano Ramón Cáceres, la muerte en Haití del presidente Jean-Jacques Dessalines Michel Cincinnatus Leconte, durante una explosión que destruyó el Palacio Nacional, el envenenamiento de su mandatario Jean Antoine Auguste y la intervención militar de Estados Unidos a las dos naciones.
El tratado definitivo fue rubricado en 1929. Establece que “en razón de que ríos y otros cursos de agua nacen en el territorio de un Estado y corre por el territorio del otro o sirven de límites entre los dos Estados, ambas partes contratantes se comprometen a no hacer ni consentir ninguna obra susceptible de mudar la corriente de aquellas o de alterar el producto de las fuentes de las mismas”.
La suspicacia y sobrecogimientos no es por pura imaginación, ni por racismo. No…! Trastoca a los dominicanos el degüello en 1805 de más de 500 nativos en Moca y Santiago por Dessalines (padre de la patria haitiana) y el general Henri Christophe, y la ocupación de Haití entre 1822 y 1844, período en el cual fue prohibido el idioma español y quemados vivos numerosos del lado Este de la isla. Los del Oeste también tienen resentimientos por la cruel matanza de haitianos por el tirano Rafael Leónidas Trujillo Molina, en 1937.
Fomentar nexos armoniosos y provechosos con los haitianos es lo más adecuado, y no referir estos episodios, pero en verdad que la historia no puede ser borrada, más cuando a estas alturas se juega con doble cara, se atacan y secuestran a dominicanos, se ponen trabas en el intercambio comercial y nuevamente se procura desviar el río Masacre.
Numerosos desafueros explican los recelos, y los temores.
1.- La ocupación -de 1822 a1844- en la búsqueda de un solo territorio geográfico, jurídico y político, y por el reparto de tierras entre oficiales de Ejército de Haití, funcionarios y libertos. Durante esos 22 años se registraron actos represivos, expulsiones, supresiones, privaciones, proscripciones, imposiciones, confiscaciones, etc.
2.- Luego del trabucazo y el izamiento de la bandera nacional del 27 de febrero de 1844, bajo la inspiración de los postulados duartianos/trinitarios, los dominicanos tuvieron que participar en unas 40 batallas, acciones, emboscadas, combates, hostigamientos y ataques, alineados en la primera campaña (1844), la segunda campaña (1845-1849), la tercera campaña (1849-1855) y la cuarta campaña (1855-1856).
3.- Desde el 26 de julio de 1867, cuando fue firmado el “Tratado de paz, amistad, comercio y navegación” (el primero), han sido constantes los trastornos y violaciones unilaterales.
4.- La migración ilegal y descontrolada a suelos dominicanos comenzó en 1875, no se detuvo con la primera Ley de Inmigración de 1879, creció en 1881, se duplicó en 1919, y se ha intensificado con visos de invasión pacífica desde las primeras décadas del año 2000.
5.- En 1892, nacionales haitianos ocuparon comarcas divisorias de Montecristi, Pedernales y otros territorios dominicanos.
6.- Con la intención de terminar con las discordias y fomentar la conciliación, en 1929 el presidente Horacio Vásquez firmó un tratado con el jefe de Estado haitiano Louis Bornó, a través del cual le cedió el 8% del territorio dominicano, que había sido ocupado por haitianos. Y, buscando la convivencia pacífica, entre otros objetivos, en 1936 Trujillo Molina le transfirió el 3% de los predios nacionales.
7.- En 1963, los Tontons Macoutes (policías haitianos) incursionaron en la embajada dominicana en Haití, donde había 23 asilados; cerraron la frontera, maltrataron a dominicanos en cárceles haitianas, ejecutaron al cónsul dominicano en Los Cayos y tramaron la muerte del presidente Juan Bosch.
8.- El 5 de diciembre del 2012, el entonces presidente Leonel Fernández y miembros de su comitiva fueron emboscados, con ráfagas de ametralladoras, en las inmediaciones del palacio presidencial de Puerto Príncipe, y milagrosamente, pudieron salir por el lado trasero de esa mansión.
9.- El 7 de enero de 2013, miembros de la avanzada de seguridad del ex presidente Leonel Fernández tuvieron que devolverse desde Juana Méndez, tras ser atacados a tiros en su ruta hacia el Departamento de Cabo Haitiano.
10.- El gobierno haitiano -con frecuencia. suspende unilateralmente, por negocios mafiosos y otras razones, las importaciones de productos dominicanos hacia Haití, quebrantando las leyes del comercio internacional.
11.- Antes y después del año 2000, vecinos residentes tanto en Haití como en República Dominicana cometen asesinatos, robos de cargas, secuestros, asaltos, ataques a tiros y pedradas, amputan brazos, queman y pisotean la bandera nacional, entre otras hostilidades.
12.- Ellos roban espacios físicos, depredan la foresta y sustraen ganados y productos agrícolas.
Cuando los padres son débiles de carácter, permisivos y complacientes, los hijos imponen las reglas en los hogares, con graves perjuicios, y cuando una Nación actúa temerosa por presiones exteriores, corre el riesgo de que le falten el respeto y la traten como a una mojiganga.
Doblegado ante un intercambio comercial en el cual perdemos, comparado con los perjuicios y gastos en que incurrimos, el gobierno haitiano se aprovecha y prohíbe asiduamente la entrada de productos dominicanos a su territorio. Ha jugado fútbol con nosotros en el diálogo bilateral, en su campaña internacional tirar la piedra y esconder la mano, y ha cobrado una elevada tarifa para entregar papeles de identificación, obstaculizando los planes de regularización.
Desdice mucho que cada vez que una instancia exterior hace algún reclamo, sin conocimiento de causa, andemos apurados y en pánico. Se impone, entonces, que nos paremos firmemente sobre nuestros pies, adoptemos una posición viril frente a los haitianos y entonemos el Himno Nacional: ¡Compatriotas, mostremos erguida nuestra frente, orgullosos de hoy más; que Quisqueya será destruida, pero sierva de nuevo… jamás!
Cordialmente,
Oscar López Reyes
Periodista-mercadólogo, escritor y articulista de El Nacional,
Ex Presidente del Colegio Dominicano de Periodistas
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