Nuestro Johnny Ventura dejó el plano terrenal para irse a descansar, o por lo menos, eso es lo que se espera de los vivos cuando dejamos este mundo.
Pero no sin antes dejarnos un último trabajo, el cual está lleno de genialidad y elementos fusionados entre dos típicos géneros musicales representativos de dos países que a lo largo de sus respectivas historias culturales, hemos exportado e importado en ambas vías, valiosos protagonistas.
Hablamos de las repúblicas de Argentina y Dominicana, con un merengue-tango, cargado de gran musicalidad e interpretación magistral de El Caballo Mayor, el trabajo al que hacemos referencia se titula “Santiago y Buenos Aires”, este trabajo es un concepto ideado por el famoso coreógrafo-bailarín belga y sobreviviente del Holocausto nazi, Alfred Friedman, bajo el nombre de NeoDance.
En este proyecto, el famoso coreógrafo, ganador de varios premios Grammy, a quien se le conoce como Mr. Dance, desarrolla una serie de fusiones bailables mezclando ritmos musicales, dentro de él está ese “maridaje”, como le llamó el mismo Johnny Ventura, entre el tango y el merengue.
La parte musical estuvo a cargo del famoso músico flautista puertorriqueño Néstor Torres. Los arreglos son responsabilidad del músico y productor dominicano Jochy Sánchez.
Ante esta descarga de genialidad, queremos aprovechar para hacer mención de algunos de los que han ido y venido desde/hacia Argentina y República Dominicana, a aportar sus grandes talentos.
En primer lugar, tenemos a quien, para muchos, es el más grande intelectual que ha dado nuestra Quisqueya, nos referimos a Pedro Henríquez Ureña.
Este maestro, filólogo, filósofo, ensayista, crítico literario, entre otros grandes atributos que tenía el hijo de la gran poetiza Salomé Ureña; residió en Buenos Aires por mucho tiempo y en dos etapas, incluso, allí falleció trágicamente, al ser atropellado por un tren.
En esa gran ciudad, fue maestro de universidades de Buenos Aires y La Plata y de varias escuelas. Uno de sus grandes discípulos fue el argentino Ernesto Sábato, también cosechó una gran amistad con el también escritor Jorge Luis Borges, quien de alguna manera, recibió influencias de Pedro Henríquez.
En el cine hubo unos actores dominicanos, los mellizos Hernández, que llegaron a participar en algunas películas, en las décadas de 1930 y 1940, la más importante fue su participación en la última película del Zorzal criollo, Carlos Gardel titulada Tango Bar, en el año 1935.
En cuanto a la música, desde Argentina, nos llegaron en la década de 1940 el gran cantante de tangos Alberto Gómez, al igual que el director musical y bandoneonista Angel Bussi. Más adelante ya para la década de 1970, estuvo residiendo en el país el también cantante y músico de tangos Fernando Leiva.
Es importante resaltar la gran relación que tuvo con nuestro país la primerísima actriz y cantante de tangos, Libertad Lamarque, quien solía venir con bastante frecuencia desde la década de 1950, hasta sus últimos días de vida artística, a tal grado que entabló una gran amistad con nuestra Soberana de la canción, doña Casandra Damirón, a quien le bautizó un hijo, el simpático Checheo Rivera.
Desde nuestra República Dominicana, podemos destacar que tuvimos dos importantes cantantes dedicados a la música rioplatense, estos fueron Lita Sánchez y Ramón ‘El Che’ Pérez, quienes de manera individual dedicaron sus carreras artísticas al tango y la milonga. De igual manera, algunos cantantes dominicanos tenían a Argentina como lugar preferido para realizar sus grabaciones discográficas, como es el caso de don Lope Balaguer, Sonia Silvestre y Fausto Rey, entre otros.
Pero volviendo a Johnny Ventura, debemos recordar que no fue la primera vez que él se involucró con el tango, ya que, en 1974, hizo una adaptación al merengue del famoso tango de Félix Garzo (letra) y Juan Viladomat Masanas (música), Fumando espero, en la producción discográfica “La protesta de los feos”.
Otro dato a resaltar es que a propósito de que este tango merengue tiene como coprotagonista musical la flauta trasversa del gran boricua Néstor Torres, no podemos pasar por alto que Johnny ya había incluido ese instrumento de viento en varios merengues hace más de 40 años, “A construir”, “Alegría y penas”, “El borracho”, “Agonía”, entre otros más; siendo el saxofonista Arístides Lemoine “Lemuasito Pa’Gozá”, quien ejecutó la mayoría de esas flautas.
El tango y el merengue comparten historias similares, tanto musical como socialmente. En la música, ambos son el remedo de lo que la colonia nos legó con sus instrumentos y ritmos europeos y africanos, y lo poco que pudo quedar de la cultura indígena.
En cuanto a lo social, ambos recibieron el rechazo de las altas sociedades en sus inicios, penetrando de todos modos en el pueblo llano, para con el tiempo convertirse en la música que identifica ambos pueblos.
¡Gracias Johnny Ventura, por dejarnos tanta alegría!
Ismael Hernández Guerrero
El autor es periodista.
No hay comentarios:
Publicar un comentario