domingo, 30 de enero de 2022

El quid de la cuestión; reflexión sobre una excursión a la isla Saona

Por Barnadiz González.

Quien suscribe ha ejercido el oficio de guía de turistas por décadas, llegando a ser tourperador y transportista, además de periodista especializado en turismo.

Fui presidente nacional de la Asociación de Guías de Turismo de la República Dominicana, (ASOGUITURD), siendo actualmente su vicepresidente. Mi canto a la isla Saona es relativamente conocido por los guías y trabajadores del área.

El mismo fue publicado en el diario digital el dia.com.do, como una cortesía del buen amigo German Marte. Del mismo modo, está registrado en la Oficina Nacional de Derecho de Autor (ONDA).

Mi reflexión es la siguiente: 

Aunque no estoy en pleno ejercicio, todavía realizo una que otra excursión, sobre todo en la Ciudad Colonial.

Estuve en el mes de noviembre en la isla Saona, acompañando un equipo de periodistas y comunicadores que realizaron una magnífica labor de cobertura en sus medios.

Además, me entero a través de los foros, sobre la problemática existente y la forma en que se están manejando las actuales autoridades del Ministerio de Turismo (MITUR), con relación al control de los intrusos profesionales, que usurpan nuestras funciones. 

Es bien sabido, que algunas compañías tour operadoras se vuelan el requisito establecido en la ley 541, sobre la obligatoriedad del uso de guías autorizados -ahora con código QR ( Queek Response)- en los carnets, para economizar costos.

En este escrito, quiero pedirles encarecidamente a los empresarios, propietarios de las lanchas y los catamaranes que hacen el recorrido desde Bayahibe hasta la isla Saona y viceversa, para que instruyan a su personal (capitanes, marineros, bailarines y bailarinas), para que respeten a los turistas que toman esta excursión, seleccionando una música adecuada, que puede ser previamente pautada en las oficinas, y supervisar que lo acordado se ejecute. La preferencia tiene que ser el merengue y la bachata.

A algunos turistas les gusta, también, la salsa. El dembow y el reguetón que se pongan, tienen que tener unas letras adecuadas, en armonía con el tipo de público, pues, con frecuencia, hay niños, niñas y adolescentes presentes. Aunque, los jóvenes y adultos mayores merecen el mismo trato y respeto por parte de los anfitriones.

El volumen de la música es otro ingrediente molestoso. Otro detalle negativo, lo constituye la pedidera de propina, casi obligatoria y forzada, por parte de marineros entrenados para tales fines. Una verdadera vergüenza. Parecería que no son bien pagados.

Por lo demás, esta excursión a la Saona es una experiencia bellísima e inolvidable. Son muchas las personas que recomiendan este viaje a familiares , amigos y relacionados,y que lo repiten sin vacilaciones. 

¡Anímese usted también!

 

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