Juan Francisco Melo.
Un político que conoce las sensaciones de sus votantes le estimula las percepciones y conoce sus necesidades es el gran dueño del mercado político dominicano, porque puede ser el gran arquitecto o el gran corruptor del mercado electoral.
El liderazgo es una tensión dinámica entre lo que piensa un político respecto a que quiere para su país, provincia o municipio y hacia donde quieren ir sus votantes. Las iniciativas osadas que dejan a los votantes detrás, que no toman en cuenta el sentir y deseo del pueblo, no es un acto de liderazgo, sino un acto de arrogancia caprichosa, ignorancia y un poquito de egoísmo mediocre del político.
La respuesta no es objetar o negar el cambio, sino buscarlo con sabiduría política. Un gobierno nacional o municipal que es tímido, tibio y débil deja la iniciativa a los demás, genera enemigos, y reduce al líder político a ser un jugador que depende de los buenos tiempos y de la suerte para que lleve a donde él quiere ir.
En política, el líder no puede jugar a la suerte, no puede jugar a la debilidad de su adversario, aunque hay muchos políticos que juegan a la no confrontación, no contradicción, no chocar con nadie, no decir nada, no participar en actividades conflictivas, son de todas las Iglesias, pero no creen en Dios.
Abrazan primero los adversarios políticos que a los de su propio partido, hacen lo que el pueblo le gusta y quiere, pero en fechas especiales y luego se desaparecen del escenario político, sin embargo, con toda esa falta de carácter tienen un plan que se llama su imagen para mantener un carisma en los votantes, pero realmente no son líderes, no tienen estructura partidaria, pero tienen carisma y los líderes se ven en la obligación de asumirlo por el bien del partido, porque representa una cuota de poder.
El arte del liderazgo es mantener un impulso lo suficientemente adelantado como para controlar los acontecimientos políticos sin perder el apoyo del electorado. En el pasado tenían que confiar en la intuición para poder tener éxito en la actividad política .
Los políticos oportunistas no harán nada que sea impopular, no deciden, dejan que otros decidan, no mandan, dejan que otros manden. En cambio el político idealista harán cosas impopulares, sueña con un país mejor, le gusta hacer lo correcto, son gente que se llevan por el libro, les gusta sacar producción, les encanta hacer grandes jornadas de trabajos, les gusta todo bien organizando.
En los países subdesarrollados y especialmente en la República Dominicana, el idealista es un liderazgo que no produce carisma, pero si respeto, orden y quizás un poco de temor por el poder que representa.
En cambio, para este país el político oportunista es el ideal, porque a todo dice que sí, pero hay algunos que son oportunistas y no lo saben. Sin embargo hoy se enteraron que si son oportunistas.
Hay que tener un poco de oportunistas y agregarle un poquito de idealista y esta receta no produce impopularidad y da mucho carisma. Un líder debe hacer un inventario de las formas alternativas de alcanzar su objetivo con una mente totalmente abierta. Un líder idealista no dudará en hacer algo que es impopular, pero un idealista inteligente medirá cuidadosamente la opinión pública antes de hacerlo y desarrollará una estrategia para convencer al electorado. Si un líder se toma el tiempo necesario para entender las preocupaciones de sus votantes, ellos entenderán porque tuvieron que tomar tal o cual decisión.
Usted puede ser un político oportunista o un político idealista, pero hágalo bajo su propio riesgo.
Juanfmelo.
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