Bajo la expresión mexicana de híjole, esta librería hecha con pedazos de mar, llega a la FILSD 2023 con una oferta de literatura marinera, filosofía, música e historia
Ella es de México, para más señas de Veracruz, la “ciudad hecha de mar”. Y es bióloga. Él -librero de pasión e hijo de un historiador- también es de allí. Él se llama Gustavo Vergara Corzo, ella Altagracia Reyes Montalvo. Y ambos son jarochos, pero de esos a los que les brillan los ojos cuando hablan de su tierra y de su mar, cuando les mencionan su música y su cultura, y cuando les mueven los entresijos de su historia.
“El son jarocho es un orgullo de nuestra tierra y una pieza clave de la identidad”, dice él. “Nuestra ciudad ha tenido siempre una historia de amor con el mar”, dice ella.
Ambos participan, junto a Elefanta Editorial, en la XXV Feria Internacional del Libro de Santo Domingo (FILSD 2023) en representación de Mar Adentro, una librería construida sobre los viejos corales de la ciudad marina Veracruz. Como contraparte dominicana tienen a Patricia López, una muchacha dominicana que tiene las manos de un ángel y que sonríe como una diosa.
Cuenta Altagracia que, a seis años de su apertura, Mar Adentro ha forjado sobre su cubierta a una comunidad de lectores en una zona donde se pensaba que a la gente no le gustaba leer.
“Cuando este proyecto iba a abrir sus puertas le dijeron al propietario que los jarochos no leen. Y, ¡oh sorpresa! los jarochos leen muchísimo, son nuestros mejores clientes”.
Y allí está, frente al viento que viene del mar, en el puerto más viejo de México y cargando el peso de la historia.
Una librería hecha de mar
Ciudad portuaria situada en el Golfo de México, Veracruz carga el peso de la historia. Construida por Hernán Cortes en al año 1519 como una fortificación militar, algunos autores la llaman “la ciudad vagabunda” por las tantas veces que fue trasladada de lugar, y el historiador Hipólito Rodríguez, en una de las definiciones más hermosas, dice que es “una ciudad hecha de mar”.
La librería Mar Adentro está situada en el centro de Veracruz, en una edificación levantada con pedazos del litoral: del viento que viene del Caribe de los olores que deja a su paso el salitre y de los corales del lugar. No hay dudas de que Mar Adentro, igual que su ciudad, es una librería hecha de mar.
“Tener el mar encima es un motivo de orgullo para nosotros y parte de nuestro bagaje histórico y emocional”, expresa Altagracia Reyes Montalvo.
“Híjole, es que Veracruz fue uno de los principales puertos. Antes no había material para poder construir. Se utilizaban los corales porque se pensaba que eran piedras”.
Además de librera de pasión, Altagracia es bióloga de profesión y para ella, moverse en un escenario hecho de pedazos del litoral es un hecho muy emocional.
“Tenemos esqueletos calcáreos a nuestros alrededores -observa-. Entrar a Mar Adentro es toda una experiencia, sientes que estás entrando al mar, más allá de los mismos libros”.
El son jarocho
En una esquina del stand de Mar Adentro en la Feria del Libro de Santo Domingo están Ni con pluma ni con letra. Testimonios del canto jarocho, de Alec Dempster, y El renacimiento del son jarocho y el grupo Mono Blanco, de Bernardo García Díaz.
Dice Gustavo Vergara Corzo que son libros esenciales para adentrarse en la música que representa a los habitantes del estado de Veracruz, a quienes hace tiempo ya se les conoce como jarochos.
“Digamos que a mí me ha tocado vivir personalmente esto del son jarocho -explica él- porque viene justo de una región que se llama Sotavento, una zona del sur de Veracruz que está dividida en varias subregiones: la cuenca Papaloapan, los Tuxtlas, la zona de Minatitlán Acayuca, etc.”.
Y añade: “Esta es una de las zonas del país donde la afrodescendencia está muy presente. La población africana se quedó ahí por mucho tiempo, trabajando en labores que tenían que ver con la caña de azúcar. Era gente que andaba de cuatreros arreando vacas y demás”. De ahí sale ese canto.
“Lo jarocho se relaciona con el hecho de que estos hombres o estas poblaciones que trabajaban en los llanos se llama Sotavento, y en las montañas, en el caso de los Tuxtlas, era gente que usaba unos instrumentos para picar el ganado. Eran unas jaras, así se le dice. Algunas personas proponen que de ahí viene el término jaro, y ahora se usa más genéricamente para llamar a todo aquel que sea del estado de Veracruz, ya no importa que seas del sur o de Sotavento o del puerto. Puede que seas de otra parte que no es nada o es poco jarocho culturalmente hablando”.
“Yo diría -prosigue- que la cultura jarocha, incluso más allá del son jarocho, la jarochería misma, tiene que ver con una forma de ser muy parecida a los caribeños”.
Vergara Corzo observa que las tradiciones musicales y culturales de la zona las mantuvieron los campesinos. “Igual, los instrumentos barrocos, la jarana, el requinto jarocho. Todas esas expresiones vienen de muy atrás y se mantuvieron al margen por mucho tiempo”.
Altagracia Reyes Montalvo, sobre el son jarocho dice: “Los sones, básicamente, están dedicados a la tierra, a la naturaleza, o de repente te avienta un verso dedicado hacia una muchacha, un verso que es un cumplido, con picardía, pero sin llegar a la ofensa. Ese es el son jarocho. Y el tradicional zapateo, café con pan, como dice Natalia Lafourcade en una de sus canciones”.
“El son jarocho, como música tradicional de Veracruz, -sostiene Reyes Montalvo- nació en los llanos de los Tuxtlas, por la zona de la cuenca de Papaloapan, principalmente entre los trabajadores del campo, que trabajan, regresan a su casa, sacan la jarana y empiezan a cantar”.
La librería Mar Adentro y Gustavo y Altagracia, con una sonrisa que ni el calor de agosto pudo abatir, dicen que fueron tratados con calidez por los anfitriones y desde ya expresan su deseo de volver, con el compromiso, incluso de ampliar la lista de títulos y temas para las próximas Ferias del Libro de Santo Domingo.
“Esta ha sido una oportunidad de traer nuestros libros y nuestra historia, y también una hermosa oportunidad de conocer a este pueblo noble de la República Dominicana que nos ha acogido con los brazos abiertos”.
Y dice Altagracia y dice Gustavo:
¡Híjole, sí queremos volver!
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