Autor: Henry Osvaldo Tejeda
De acuerdo a como veo que se van desarrollando las cosas en La Romana y en este paraje de América Latina, de nombre República Dominicana, que es Pin Pun (léase, igualito) a un batey con luz, pero, sin autoridades para controlar la delincuencia, la corrupción, las botellas, los PRA, Obras Públicas, la resaca, los vómitos de romo, la picazón en las verijas, el "vajo' a boca", el grajo de los haitianos, el "vajo" a sobaco de los italianos, lo feo y lo gato que son, casi todos los políticos, el abrazo de éstos mesías a las viejitas cuando están en campaña.
Los chupones en el cocote de las mujeres alegres a los maridos ajenos, la desesperación del viejo Abinader por ser presidente, el encojonamiento de Rogelio Genao porque le tumbaron el negocio con Leonel, la falta de sostenes de las perras realengas que andan, tetas afuera en la ciudad, los jumos de los Kawasakis en el barrio Chicago, el "Dame lo mío" de los tigres de las bases, la constante negación de las enfermedades por parte del Bauta.
La calva de Hipólito, los dientes de Suberví y de Lidio, el constante joder mío con estas fuñías chácharas y, el narcotráfico, entre decenas de males mas, que no voy a enumerar por ser tantos.
A propósito de narcotráfico, hace unas cuantas noches, en horas de la madrugada, fui testigo ocular del sobrevuelo de una avioneta, de esas que vienen cargadas de drogas, para bombardearlas en un sitio convenido con los contactos que las esperan en tierra, y que las autoridades nunca las agarran, sino, cuando los narcos las dejan abandonadas.
Los chupones en el cocote de las mujeres alegres a los maridos ajenos, la desesperación del viejo Abinader por ser presidente, el encojonamiento de Rogelio Genao porque le tumbaron el negocio con Leonel, la falta de sostenes de las perras realengas que andan, tetas afuera en la ciudad, los jumos de los Kawasakis en el barrio Chicago, el "Dame lo mío" de los tigres de las bases, la constante negación de las enfermedades por parte del Bauta.
La calva de Hipólito, los dientes de Suberví y de Lidio, el constante joder mío con estas fuñías chácharas y, el narcotráfico, entre decenas de males mas, que no voy a enumerar por ser tantos.
A propósito de narcotráfico, hace unas cuantas noches, en horas de la madrugada, fui testigo ocular del sobrevuelo de una avioneta, de esas que vienen cargadas de drogas, para bombardearlas en un sitio convenido con los contactos que las esperan en tierra, y que las autoridades nunca las agarran, sino, cuando los narcos las dejan abandonadas.
Me trepé, vía mi mata de Mamón, a la azotea de mi Tipí (léase mi casa, el Tipí, era la choza de los indios norteamericanos), con la esperanza de que el piloto de la dichosa avioneta, se encojonara, por estar yo de "averiguao" mirando pa'rriba, y me arremangaba un par de esos paquetes harinosos por la cabeza, para que no fuera tan mirón y pendenciero.
Si esto hubiera sucedido, y esos paquetes me hubieran acertado en la mera frente, aunque me doliera, bien hubiera valido la pena ya que, me hubiera bajado de la casa con un buen chichón pero, rico y, lo único que tenía que hacer era, buscar una cuchara con sal, aceite y un chele menudo, como hacía mi mamá, y me lo hubiera puesto en el protuberante chichón y, ya está, millonario y "curable antes de los dos días, según el médico actuante en el caso". (Este cliché no pasa de moda)
Esa noche, en el sector donde vivo no durmió nadie, atento a lo que pasaría con esa avioneta que daba tantas vueltas, girando en redondo, mientras un helicóptero (que en nada se parecía un avión Tucano, de los que se compraron y que no se hace nada con ellos pero que en cambio, ya se embolsillaron la comisión por la compra), de la DINA PO SYRY-LUTRA (Dirección Nacional de Posibles Ricos y Luego Trasladados) la perseguía.
Pero, aquí no acaba la historia, mientras eso sucedía en las alturas, abajo, en la misma calle donde yo vivo, habían tres patrullas motorizadas que corrían como si estuvieran en una competencia loca de motocross (dos agentes por cada motor), que daban en la calle, las mismas vueltas que daba la avioneta en el aire y, peor aún, a veces, se encontraban las patrullas de frente casi chocando, mas perdidos que el gobierno, con el asunto del gasto social y con los cuartos que no le quiere dar a los ayuntamientos del país, mientras el Dr Reyes echa rayos y centellas y, a veces, una que otra peste.
Los chistoso del asunto es que, detrás de cada patrulla motorizada, iba una ringlera de por lo menos, siete motoconchos, con una algarabía tal, que enardecía mas locos a los agentes, pues voceaban: "El avión, llegó el avión va pa'rriba el avión" (me recordaron la serie de televisión, La Isla de la Fantasía y al enano Tatú). Otro motoconcho gritaba: _No bruto, no ves que e'pa'bajo que va? "Ah, si, si, "El avión, llegó el avión, e'pa bajo que va" .
Y asi, calle arriba y calle abajo, se pasaron los agentes mas de veinte minutos, igualmente los patrulleros sin sueldos, es decir, los motoconchos.
Yo seguí en la azotea hasta que la avioneta dio la última vuelta y se largó; bajé de la casa entre encojonao y triste, sumido en la desesperanza, ya que me vi, a una mano de pintura de ser rico y, todavía estaba en el tronco de la mata de Mamón, cuando decidí dar una vueltecita por el patio a ver si el ruido de la avioneta no me había dejado oír el sonido de algún paquete al caer.
Fui mas lejos, le abrí la boca a Mancha, la perra de la casa (la que canta mejor que Toño Rosario) a ver si se la había comido y en mi encojonamiento, le hablé mal a la perra, dije con voz áspera a la pobre perra: "Anda tú, abre la boca". Al ver que no la abría, le dije: Mancha, por favor, di Gofio!
Que va, la perra me miró de una forma rara como quién dice: -- ¿y qué le dio a éste hoy? ¿Que es eso de gofio?
Después de esa experiencia, me quedé pensando, en que la policía, debe hacer todas las diligencias posibles a fin de que se manden a fabricar a Rusia, China, o, Estados Unidos, un motor híbrido, que sirva para perseguir ese tipo de nave, me refiero a un motor-avioneta, que en un momento dado, pueda alzar el vuelo; no sé si estaré soñando pero, como inventan tantas vainas, por qué no inventar un motor con atributos de chichigua, quién sabe, todo es posible.
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