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lunes, 27 de julio de 2009
CHACHARAS INOCENTES QUE DAN RISA
Por Henry Osvaldo Tejeda Báez
En el barrio obrero (Quisqueya Nueva, La Romana), ocurren muchas cosas fuera de lo normal, recordemos la avioneta aquella que tenia mareados a los policías, que daban vueltas y mas vueltas detrás ella, lo malo es que éstos, la perseguian desde la tierra en motocicletas. Eso era para echar las tripas de la risa.
A los pocos dias de eso, unos vecinos llamaron a la policía porque había un indeseable motorista, de esos que según el propio lenguaje "motoconchil", le "Jiede l vida". Era uno de estos jovenzuelos que, poco o, nada, les importa la vida de los demás, que se cree dueño de las calles y que haga lo que haga, nadie tiene que meterse en su vida, porque no esta hachiéndo (según él) nada malo.
El hecho es que, el facineroso estaba, como dicen los propios motoconchos, "Calibrando"su motor, que no es otra cosa que, correr en la goma de atrás con el timón levantado con las narices hacia el cielo, y lo hacia de manera mas que temeraria calle arriba y calle abajo como si corriera en una pista propia de ese "Car'e Mango". (tomo prestada esa frase del amigo periodista, Ruben Quezada)
Cuando la patrulla de policía, de los lamados "Linces" llegó, apresaron al azaroso en flagrante acción y luego de "Jalarle" uno de los "cerquillos" hacia arriba (esa vaina duele) se lo llevaron y, cuando el general de la PN supo de la novedad, mandó a un cabo a que le subieran al "Calibrador" a su oficina; cuando se lo presentaron, el general con todo el respeto del mundo le dice: --Hola joven, cómo esta ud?- Nuestro amigo se quedó azorado no tanto por las palabras del general sino, por el tamaño de este hombrón que, vestido de negro estaba parado ante él y le sonreía gentilmente, pero esa gentileza él la percibía como una catástrofe para el futuro buen funcionamiento de su anatomía; no obstante, se recuperó por un momento y dijo: --Señor, yo no he hecho nada, no sé porqué me han traído aquí, yo no soy un delincuente, mucho menos un atracador y no molesto a nadie--.
El general se quedó mirándolo por un instante, para luego decir: --Es cierto, despáchenlo y entréguenle su motor--. Nuestro héroe no podia creer tanta belleza y pensó: --Que hombre mas decente, mira como se ha dado cuenta de que una "calibraíta" no'e na, ahora cuando me vaya, le calibraré en las mismas narices a esos chismosos que llamaron a la policía, me la voy a bufeá--.
Cuando iba saliendo del cuartel, iba sonriendo y, cuando iba a encender el motor oyó una voz a su espalda que dijo: --Un momento-- (era el general parado en la escalinata del cuartel) que a seguidas dijo: ....cabo, ¡quítele la rueda de alante al motor!. El joven no lo podía creer y balbuceó: --Pero señor, y cómo piensa ud que puedo irme pa'mi casa sin esa rueda?
El general, tranquilamente le dijo: --A ud lo trajimos aquí por estar corriendo en una solo rueda, por tanto, nosotros asumimos que esa rueda no le hace falta, ahora lárguese y arrégleselas como pueda!!! Eso se vino abajo.
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