Lugar ideal para instalar grandes talleres de reparación de barcos
El transporte marítimo en San Pedro de Macorís estuvo muy activo hasta mediados del siglo pasado. Solamente hay que observar las fotografías de la época para darse cuenta de la cantidad de barcos de mediano y pequeño calado que pernoctaban en la ría del Higuamo, especialmente las goletas que iban y venían a las islas Vírgenes, y otras más alejadas como las de Curazao y Aruba, llevando víveres y otros alimentos y trayendo mercancías y perfumes procedentes de Europa.
Esta actividad fue decayendo con el desarrollo de la aviación comercial. De igual modo, el puerto de San Pedro, como el de Santo Domingo, fue arropado por el desarrollo de la ciudad, lo cual dificultó o imposibilitó su rehabilitación como puerto de carga importante del país. Además, el calado es poco profundo para los modernos buques de carga de hoy día. Esto es cierto, pero también lo es que la ría del Higuamo es un lugar ideal para instalar industrias y escuelas que, sin lugar a dudas, llevarían el desarrollo a la ciudad.
En la costa caribeña de la República Dominicana, desde Santo Domingo hasta más allá de La Romana, no existe un lugar más adecuado que San Pedro de Macorís para desarrollar grandes talleres para las reparaciones de barcos de mediano y pequeño calado. Sobre todo en estos tiempos en que el turismo se está incrementado en nuestra isla.
Si analizamos los barcos de recreación que tocan los puertos del país, tanto los nacionales como los extranjeros, notamos que la flota se agranda a diario. Este crecimiento lo observamos en la Marina de Haina, en la de San Bartolomé en Santo Domingo, Club Náutico de Santo Domingo y Zarpar en Andrés, en Cumayasa, San Pedro y la Marina de Chavón en La Romana.
En San Pedro de Macorís se podría instalar una escuela laboral que entrene a jóvenes en soldadura de aluminio, reparaciones electrónicas, brújulas, reparaciones de cascos de embarcaciones, pintores náuticos, tapiceros y las demás modalidades que tienen que ver con el mantenimiento de las embarcaciones.
Los profesores para este instituto pueden contactarse de gobierno a gobierno con países amigos como Japón y España, entre otros. Galicia, por ejemplo, tiene bastante experiencia en la construcción de barcos pesqueros. Igualmente, el instituto propuesto podría ocupar parte de la orilla este del Higuamo para establecer centros de reparaciones y hacer del instituto autosuficiente económicamente.
Otrora hubo un dique de Félix Benítez Rixach que estuvo operando por varios años. Posteriormente, otro intento fue llevado a cabo por Don José Hazim Azar. En esta ocasión pudiera considerarse traer un dique flotante para las embarcaciones de calado medio.
Con el desarrollo de estas actividades, de seguro San Pedro de Macorís se reencontrará con su historia náutica donde podemos citar a marineros célebres como la familia Pichirilo, De Wind Lavandier, Serrallés, para citar algunos. Cabe también recordar a Cristo, considerado uno de los carpinteros de borda más importante en la construcción de goletas y yolas.
Estoy seguro que con este proyecto, muchos jóvenes sin porvenir de la provincia pudieran formarse como verdaderos técnicos, labrándose con ello un futuro prometedor. De cristalizarse esta idea, San Pedro podría colocarse como el centro de reparaciones de barcos más importante, no solo del país, sino de Puerto Rico, por la ventaja comparativa de la mano de obra nuestra, la cual será, sin lugar a dudas, más barata que la de la hermana isla.
Hacemos un llamado al gobierno central, y a las instituciones relacionadas como Marina de Guerra, Autoridad Portuaria y otros organismos estatales para que analicen y discutan esta propuesta, hagan el estudio de factibilidad y ponderen su puesta en ejecución. La realización de un proyecto de esta naturaleza seguramente repercutirá positivamente en el desarrollo del país y desde luego, para San Pedro de Macorís.
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