Por Henry Osvaldo Tejeda Báez
Se dice que en el ayuntamiento, mandaron a un empleado/canchanchán de la administración para que consiga una foto de cada persona con la que el jefe de ese lugar tiene contraídas viejas deudas, tanto de manera personal, como por funcionario de ese elefante blanqueado llamado, alcaldía de La Romana.
Al mostrarle los nombres, con las direcciones y los teléfonos de cada uno de las personas a quién él le debe, el canchanchán se puso nervioso y dijo:
_Pero jefe, esta es una lista muy larga, ¿y usted le debe a todas esas gentes?
_Mira, lo primero que te voy a decir es que tu no tienes que saber a cuántas personas yo le debo, basta con que yo te diga que me consigas una foto de cada uno de esos acreedores.
_No hay problema, lo que si le digo es que esa vaina va ser muy difícil porque estoy seguro que entre ellos hay muchos que viven fuera del país y otras, son empresas pequeñas y grandes de prestamistas de toda clase de gente y facha, y hay otras a las que usted a dicho que les debe, pero que ni las conoce porque le ha mandado a coger prestado por vía de terceros.
_ ¡Pero que joder, coño! -dijo el pícaro funcionario- Si no puedes tomarle fotos al tipo, tómasela a cualquier hombre que esté en la casa, no importa quién sea, debo tener una foto y punto.
_ OK, no hay problemas, pero insisto, no va a ser nada fácil. -Dijo el canchanchán-
_Bueno, si tu no puedes, ve recogiendo tus motetes para que te vayas para tu casa, hay miles que quieren trabajar conmigo hasta por cheles, y aquí se te está pagando una "cuartá" sólo para que hables mierderías y me andes tapando el sol con una sombrilla cuando llueve, o cuando hace sol, entre otras vainas.
_Muy bien, pero contésteme una sola pregunta, ¿para qué quiere usted esas fotos?
_ ¿Es que no sabías que yo hablo con imágenes?, además, esos no son tus problemas, ¿de acuerdo?
_Okey, de acuerdo.
Así terminó esta rara conversación entre el jefe ogro y su principal canchanchán, quien cogió la gran lista de nombres que le entregaron y se las puso debajo del brazo haciendo un gran esfuerzo para levantar el folder.
Eran tantas gentes a los que ese funcionario les debe dinero que, el fardo entregado al canchanchán debió pesar por lo menos, unas diez libras.
Como a los tres meses, el jefe llama al canchanchán y le dice:
_Mira carajito, el trabajito aquel que te dí para que hicieras no fue para el año que viene. ¿En qué estás con eso?
_Mire jefe, ya estoy casi terminando, sólo me faltan unas cuantas personas por tomarles fotos y entre ellas, hay un cocolo que no se ha dejado ver y cada vez que le mando a decir que lo quiero ver, lo que me dice es que es a usted a quien quiere ver.
_ No quiero ver a nadie, tráeme las fotos y terminemos eso, dijo el taimado y engañoso funcionario, con su bellaco y molestoso vozarrón.
Al cabo de dos meses después, se apareció el canchanchán ante el jefe con toda la cara hinchada, un lado de la bemba rota, la nariz torcida, un brazo enyesado, una pierna rota y un ojo parecido a la bola negrita del villar.
Cuando lo vio, el jefe le dijo asombrado:
_Pero santo cielo, ¿y qué carajo te pasó? Con todos esos golpes, rompeduras y moretones parece que te cayó encima una patana japonesa, ¿Qué coño fue todo eso, qué pasó?
_ Jefe -dijo el canchachán, hablando por un lado de la boca- de la maldita lista esa que me dio usted, sólo me faltaba una sola persona y hasta me dejó tomarle la foto pero, no era japonés como la patana que usted dice que me cayó encima, fue peor que eso, era un maldito hombrón, de esos cocolos negros grandotes y bembón....
Cooooño, que maldito inglés que da duro. Ese hombre, luego de hacer lo que quiso conmigo me dijo, que la próxima semana vendrá al ayuntamiento a arreglar unos asuntitos con usted, dizque sobre una deuda que tiene usted con él.
_Me dijo que le dijera que, lo que me pasó a mi, es un beso de Shakira la cantante comparado con lo que le va a pasar a usted por pícaro. Me dijo además que, si no le paga usted los cuartos que le debe, ese mismo dinero lo donará para que le compren las flores, la caja, el hoyo del cementerio y, para que compren el café de su velorio, porque de esa no quedará usted vivo.
Lo dijo dándose en el pecho: "A mi, a este hijo del pueblo, a este trabajador incansable y sacrificado, será al último hombre al que ese delincuente va a engañar".
_Jefe, cuando ese hombre dijo eso, torció las bembas y se le pusieron los ojos como dos bolones de a peso, le crujieron los dedos y hasta pensé que se hacía la idea de estar retorciéndole el cocote a usted.
_Ya, ya, no sigas con esa vaina, eso da "grima" -Dijo el funcionario, quien ya se había dado cuenta de que el negro bembón no era otro que el inglés/Cocolo, Justo Carty, a quién puso a trabajar desde el primer día que se juramentó como alcalde de La Romana.
El funcionario, quien puso a trabajar de sol a sol, sin pagarle un centavo a Justo Carty, le dijo al canchanchán de manera desesperada:
_ Huye, dame todas las fotos, y cuidado si se te queda la del negro ese, ahora si que me he jodido, perseguido por mas de medio pueblo, odiado hasta por los que votaron por mi, y para acabarla de amolar, viene Justo Carty a querer joderme la paciencia.
El canchanchán, todo adolorido por los golpes, metió la mano en un folder y sacó decenas de fotos y entre ellas, estaba la de Justo Carty entregándoselas al pícaro, perdón, quise decir, al funcionario que no funciona quien, ni corto ni perezoso, bajó las escaleras del cabildo y casi ahogándose del susto, le entregó todas las fotos al jefe de los policías municipales con la orden de que ninguna de esas personas pueden ser dejadas pasar de la puerta, y les dijo que, si a lo lejos, alcanzaban a ver a Justo Carty, le pusieran una barricada en el contén y le echaran baygón en los ojos a ese maldito Cocolo, porque las intenciones que ese hombre traería, eran las de siquitrillarlo dizque porque él, el "Cómeme" de este pueblo, no quiere darle empleo. No dijo que era por pícaro y mala paga.
Cuando volvió a su despacho, le dijo al canchanchán:
_ ¿Entiendes ahora por qué quería fotos de todos a los que les debo? Ahora estoy más tranquilo.
Se dice que en el ayuntamiento, mandaron a un empleado/canchanchán de la administración para que consiga una foto de cada persona con la que el jefe de ese lugar tiene contraídas viejas deudas, tanto de manera personal, como por funcionario de ese elefante blanqueado llamado, alcaldía de La Romana.
Al mostrarle los nombres, con las direcciones y los teléfonos de cada uno de las personas a quién él le debe, el canchanchán se puso nervioso y dijo:
_Pero jefe, esta es una lista muy larga, ¿y usted le debe a todas esas gentes?
_Mira, lo primero que te voy a decir es que tu no tienes que saber a cuántas personas yo le debo, basta con que yo te diga que me consigas una foto de cada uno de esos acreedores.
_No hay problema, lo que si le digo es que esa vaina va ser muy difícil porque estoy seguro que entre ellos hay muchos que viven fuera del país y otras, son empresas pequeñas y grandes de prestamistas de toda clase de gente y facha, y hay otras a las que usted a dicho que les debe, pero que ni las conoce porque le ha mandado a coger prestado por vía de terceros.
_ ¡Pero que joder, coño! -dijo el pícaro funcionario- Si no puedes tomarle fotos al tipo, tómasela a cualquier hombre que esté en la casa, no importa quién sea, debo tener una foto y punto.
_ OK, no hay problemas, pero insisto, no va a ser nada fácil. -Dijo el canchanchán-
_Bueno, si tu no puedes, ve recogiendo tus motetes para que te vayas para tu casa, hay miles que quieren trabajar conmigo hasta por cheles, y aquí se te está pagando una "cuartá" sólo para que hables mierderías y me andes tapando el sol con una sombrilla cuando llueve, o cuando hace sol, entre otras vainas.
_Muy bien, pero contésteme una sola pregunta, ¿para qué quiere usted esas fotos?
_ ¿Es que no sabías que yo hablo con imágenes?, además, esos no son tus problemas, ¿de acuerdo?
_Okey, de acuerdo.
Así terminó esta rara conversación entre el jefe ogro y su principal canchanchán, quien cogió la gran lista de nombres que le entregaron y se las puso debajo del brazo haciendo un gran esfuerzo para levantar el folder.
Eran tantas gentes a los que ese funcionario les debe dinero que, el fardo entregado al canchanchán debió pesar por lo menos, unas diez libras.
Como a los tres meses, el jefe llama al canchanchán y le dice:
_Mira carajito, el trabajito aquel que te dí para que hicieras no fue para el año que viene. ¿En qué estás con eso?
_Mire jefe, ya estoy casi terminando, sólo me faltan unas cuantas personas por tomarles fotos y entre ellas, hay un cocolo que no se ha dejado ver y cada vez que le mando a decir que lo quiero ver, lo que me dice es que es a usted a quien quiere ver.
_ No quiero ver a nadie, tráeme las fotos y terminemos eso, dijo el taimado y engañoso funcionario, con su bellaco y molestoso vozarrón.
Al cabo de dos meses después, se apareció el canchanchán ante el jefe con toda la cara hinchada, un lado de la bemba rota, la nariz torcida, un brazo enyesado, una pierna rota y un ojo parecido a la bola negrita del villar.
Cuando lo vio, el jefe le dijo asombrado:
_Pero santo cielo, ¿y qué carajo te pasó? Con todos esos golpes, rompeduras y moretones parece que te cayó encima una patana japonesa, ¿Qué coño fue todo eso, qué pasó?
_ Jefe -dijo el canchachán, hablando por un lado de la boca- de la maldita lista esa que me dio usted, sólo me faltaba una sola persona y hasta me dejó tomarle la foto pero, no era japonés como la patana que usted dice que me cayó encima, fue peor que eso, era un maldito hombrón, de esos cocolos negros grandotes y bembón....
Cooooño, que maldito inglés que da duro. Ese hombre, luego de hacer lo que quiso conmigo me dijo, que la próxima semana vendrá al ayuntamiento a arreglar unos asuntitos con usted, dizque sobre una deuda que tiene usted con él.
_Me dijo que le dijera que, lo que me pasó a mi, es un beso de Shakira la cantante comparado con lo que le va a pasar a usted por pícaro. Me dijo además que, si no le paga usted los cuartos que le debe, ese mismo dinero lo donará para que le compren las flores, la caja, el hoyo del cementerio y, para que compren el café de su velorio, porque de esa no quedará usted vivo.
Lo dijo dándose en el pecho: "A mi, a este hijo del pueblo, a este trabajador incansable y sacrificado, será al último hombre al que ese delincuente va a engañar".
_Jefe, cuando ese hombre dijo eso, torció las bembas y se le pusieron los ojos como dos bolones de a peso, le crujieron los dedos y hasta pensé que se hacía la idea de estar retorciéndole el cocote a usted.
_Ya, ya, no sigas con esa vaina, eso da "grima" -Dijo el funcionario, quien ya se había dado cuenta de que el negro bembón no era otro que el inglés/Cocolo, Justo Carty, a quién puso a trabajar desde el primer día que se juramentó como alcalde de La Romana.
El funcionario, quien puso a trabajar de sol a sol, sin pagarle un centavo a Justo Carty, le dijo al canchanchán de manera desesperada:
_ Huye, dame todas las fotos, y cuidado si se te queda la del negro ese, ahora si que me he jodido, perseguido por mas de medio pueblo, odiado hasta por los que votaron por mi, y para acabarla de amolar, viene Justo Carty a querer joderme la paciencia.
El canchanchán, todo adolorido por los golpes, metió la mano en un folder y sacó decenas de fotos y entre ellas, estaba la de Justo Carty entregándoselas al pícaro, perdón, quise decir, al funcionario que no funciona quien, ni corto ni perezoso, bajó las escaleras del cabildo y casi ahogándose del susto, le entregó todas las fotos al jefe de los policías municipales con la orden de que ninguna de esas personas pueden ser dejadas pasar de la puerta, y les dijo que, si a lo lejos, alcanzaban a ver a Justo Carty, le pusieran una barricada en el contén y le echaran baygón en los ojos a ese maldito Cocolo, porque las intenciones que ese hombre traería, eran las de siquitrillarlo dizque porque él, el "Cómeme" de este pueblo, no quiere darle empleo. No dijo que era por pícaro y mala paga.
Cuando volvió a su despacho, le dijo al canchanchán:
_ ¿Entiendes ahora por qué quería fotos de todos a los que les debo? Ahora estoy más tranquilo.
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