Por Henry Osvaldo Tejeda
ocoano@hotmail.com
Abro el mataburros de la Real Academia Española, busco la palabra "venal" (Del Lat. venalis, de venum, venta).
Veo dos acepciones de la palabra:
1. adj. Vendible o expuesto a la venta.
2. adj. Que se deja sobornar con dádivas.
Cuando Danilo dijo en campaña, que tenia un látigo para pegárselo por el culo a los que se les ocurriera "meter la mano" en los dineros del erario durante su gobierno, me puse que no cabía dentro de mi al punto que mi otro yo, sacando el cocote como el famoso Doctor Merengue, me dijo:
_ ¡Ahí tienes, buen incrédulo! ¿Viste, buen "saltapatrá", que todavía hay gente que vale la pena en este país?
Yo, aunque un poco huraño, fui "convencido" por mi otro yo (por mi Doctor Merengue) es decir, albergué esperanzas, pues parece que olí algo en un lugar donde, en 12 años, nunca ha cocinado nada bueno.
El narrador dice:
¡Lanza el pitcher! ¡Strike, abanicando el aire!
Ese que batea soy yo que, antes de un año, ya había abanicado el primer lanzamiento de mi primer turno como creedor aún en la gente.
Llega Danilo al gobierno y coloca a Francisco Domínguez Brito en la Procuraduría General de la República. Por el "bembeteo" de la gente y su forma pausada de hablar (más bien parecía un monaguillo que político), pensé:
- ¡Coño, por fin pusieron a una persona que parece que dará pie con bolas en esa fábrica de impunidades llamada "Procuraduría", donde el anterior procurador no procuraba otra cosa que no fuera lo que no debía procurar y si procuraba otra cosa, eran lo que le convenía al que lo puso a procurar.
Dice el narrador:
¡Viene de nuevo el lanzamiento del pitcher! ¡Strike zumbando el aire!
En unos pocos meses, el "amemao" y medio Madan Sagá procurador, me había hecho abanicar el segundo lanzamiento de mi primer turno como creedor aún en la gente.
Luego de esos dos strikes, me puse, como decimos los dominicanos, mas chivo que una guinea tuerta, porque no estaba pegando una, por estar creyéndole a ese hijo'e puta, es decir, a mi otro yo, a mi Doctor Merengue. No obstante, aún después de las dos abanicadas, me dije:
¡Pero hombre del carajo, aún no estás ponchado, sigue insistiendo! Y así lo hice.
Desde el Cibao (no sé de quién fue el invento), trajeron una abogada morenita de labios carnosos para la capital del país; la mujer, vino acompañada de una aureola de triunfos como procuradora fiscal en su tierra natal, Santiago de los Caballeros. La mujer de marras, es abogada.
La engancharon como Fiscal del Distrito Nacional. Me froté las manos, e incluso le envié un mensaje en el que le daba todo mi apoyo y la animaba a hacer lo que nunca se ha hecho desde ese cargo. Le dije que, el rescate de la vergüenza del país estaba en sus manos.
Para no cansarles con el cuento, yo creí que esa mujer se la iba a lucir cuando el Doctor Guillermo Moreno le puso en sus manos, el instrumento que la catapultaría a lo más alto de su vida profesional, lo que la llevaría a la gloria.
El Doctor Moreno puso en sus manos, el expediente donde se acusa al hombre que retrotrajo al país 25 años de atraso político, social, económico y sobre todo, moral, por los actos de corrupción que llevó a cabo durante "Los Años de La Era del Estiércol. ¿Y qué pasó?
Oigamos al narrador cuando dice:
Ya se prepara el pitcher de nuevo, chequea las gradas a ver si hay alguien con algún objeto que le puedan pegar en la crecida bemba; no ve nada malo, ahora se prepara a tirar un lanzamiento que el manager, que es el mismo dueño del cargo de lanzador y del equipo, le ha pedido que lance.
¡Ahí viene el lanzamiento! ¡Strike, y abanica el tercero! El hombre es ponchado.
Regularmente cuando un pitcher gana juegos difíciles, se agencia el amor del público pero en esta ocasión, el pitcher ganó el juego pero perdió el amor del pueblo. Se cagó fuera del cajón, la bembuita cibaeña.
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