Por Juan Julio Báez
Al ver el penoso espectáculo dado el pasado día 16 de agosto, en las elecciones del nuevo bufete directivo de algunas salas capitulares, donde hubo bofetadas, empujones, trompadas, heridos, no pude menos que sentir pena. Pena porque lo que esta pasando con los funcionarios que deben dirigir la cosa publica, que son electos por el pueblo, para servir al pueblo, es un reflejo de la descomposición social a la cual hemos llegado en nuestra sociedad.
Hace un tiempo relativamente corto, los ediles o regidores eran honoríficos, es decir no cobraban por ejercer sus funciones, pero además, tenían que ser personas con un amplio historial de servicios a favor de la comunidad y el común denominador para elegirlos es que fueran gente honorables, hoy, con honrosas excepciones, no es así. La gente que antes ocupaban esas funciones no jugaban a la política, sino al bienestar de la comunidad. Era gente que independientemente de su origen social, fueran ricos o fueran pobres, profesionales o iletrados, tenían que ser gente de bien y sin manchas en su hoja de servicios y estaban claro que iban a servir y no a servírse.
Con el paso del tiempo, las reglas de juego cambiaron, primero se fijaron unas dietas por sesiones, luego unos salarios que eran distintos de acuerdo a la importancia del Municipio donde estaba ubicado el Ayuntamiento, hasta que finalmente por ley se establecieron unos sueldos para los ediles o regidores.
Al cambiar las reglas de juego, cambio también el nivel de compromiso de los regidores y los políticos en sentido general con sus pueblos, donde con honrosas excepciones la mayoría han sido corrompidos y piensan mas en sus beneficios que en los de sus pueblos que dicen representar.
Alguien dijo una vez , que los pueblos tienen los dirigentes que se merecen. Yo no se si eso es cierto, pero la verdad es que nuestra nación, no se merece la clase política que nos esta dirigiendo, pues nos están llevando por un derrotero, donde si Dios no mete su mano, terminaremos comiéndonos los unos a los otros, como si fuésemos caníbales, y en ese estado de cosas los Ayuntamientos no son las excepciones. Cada día escuchamos de actos delictivos, que riñen contra la moral y las buenas costumbres, de indelicadezas cometidas en casi toda la geografía nacional, de desfalcos, cheques emitidos sin fondos, y cuantas cosas malas puedan haber, sin que nadie haga o diga nada. Estamos como anestesiados, como en un letargo inducido, donde ya nada nos sorprende, donde ya nada nos deja estupefacto con la boca abierta.
Durante mas de 15 años, participe en política activa siendo militante del Partido Reformista. En ese periodo fui parte de los que coordinaron la campaña electoral del 94, que llevo al Dr. Frank Martínez a Senador, al Dr. Joselo Vásquez a Diputado y al Dr. Miguel Seijas Herrero como Sindico del Municipio de La Romana.
También me toco el honor de cuando el Ing. Carlos Morales Troncoso aspiraba a ser el candidato presidencial reformista, de ir a Venezuela a grabar la promoción de:" Carlos Morales, recorre el país, escuchando con preocupación sus problemas ......" .
Para el periodo 2002-06, fui electo regidor. Nunca me imagine, que esos serian los cuatro años mas perdidos de mi vida. Llegue al cargo, como a lo mejor lo han hecho algunos, convencido de que podía aportar mi granito de arena, para echar adelante a mi amado pueblo. Cuan equivocado estaba. La gente no tiene idea de la perversidad, de la maldad, de la hipocresía, de la falta de honestidad, de los afanes desmedidos de poder y de riqueza que se manejan en la política y los ayuntamientos no son la excepción a esa regla.
Recuerdo que en la primera o segunda sesión de trabajo, siendo yo el vocero de la bancada Reformista, se me acerco el vocero de otra bancada que tenía un proyecto de Resolución y que quería el apoyo nuestro, logro convencerme y yo a mi vez, a los restantes tres regidores de mi partido, a la hora de someter a votación la moción, el primero que voto en contra, fue mi querido colega, el ideólogo de la resolución. Cuando terminamos la sesión, le pregunte que había pasado, que porque había cambiado de opinión ya que me había hecho quedar en ridículo. Su respuesta fue: " Esa es la política. El arte de hacer lo contrario a lo que piensas. Aprende". Lamentablemente, nunca pude aprender a jugar a la política.
Ya que es uso y costumbre en la política que a los regidores le nombren a diez o quince personas, como "botellas", que pasen a buscar sus cheques los días veinticinco sin dar un golpe, sin trabajar. También que en periodo especiales como el inicio de las clases, la Semana Santa o las Navidades, te envíen ordenes de compra para que en nombre del Ayuntamiento, se las de a los compañeros o a los compatriotas de la base para que hagan su cena en Navidad y piquen algo. El primer año creo que me enviaron unos veinte o veinticinco tickets de esos. Tan pronto los recibí, se los devolví al Alcalde con una nota donde señalaba que me gustaba hacer algunos obsequios en las Navidades, pero que el pueblo de La Romana no me había elegido para regalarle a mis amigos y relacionados con el dinero del Ayuntamiento. Como usted comprenderá, eso me trajo ser visto como un extraterrestre entre los demás diez regidores, porque no quise jugar a la politica, incluyendo a mi amigo de infancia, hermano de crianza y compañero de toda la vida en la FM 107, Felipe Hunt, que decía no entender el porque yo ofendí al Alcalde devolviéndole esas ordenes de compra. Cosas veredes, mi querido Sancho. Como diría el Hidalgo Don Quijote de la Mancha.
Con el paso de los días, me toco llegar a ser Segundo Vicepresidente de la Liga Municipal Dominicana, en representación del Municipio de La Romana, allí, éramos 32. Recuerdo una vez que el Secretario General de la LMD, el Lic. Amable Aristy, decirme usted si es raro. Porque es el único integrante de esta mesa, que nunca me ha pedido nada. En franca alusión, a los pasajes, gomas, carros asignados, nombramientos de queridas, de amigos y relacionados, lo cual todo el mundo hacia, pero ese no era mi estilo, seguía sin aprender a jugar la política.
Recuerdo, cuando en una ocasión hubo una tormenta que duro varios días, y atrajo muchos escombros a la playa de Caleta, para lo cual se necesitaban unos cinco millones de pesos, para reacondicionarla, una comisión de la Junta de Vecinos de Caleta, solicito una reunión con todos los regidores y expusieron sus necesidades. Yo que sabia que el presupuesto del Ayuntamiento estaba agotado, les dije que aunque teníamos la mejor intención de ayudar, no había fondos consignados para ello y que debían esperar al presupuesto de enero, para contemplar este gasto. Si la memoria no me falla, corría el mes de octubre o de noviembre.
Una vez mas, fui el patito feo. Mis compañeros regidores le prometieron solucionar ese problema en un par de días. Concertaron una cita con ellos jugando a la política, sabiendo que no iban a resolver nada. Fui insultado y vejado por la gente de Caleta, que dijeron que gente como yo, no deberían estar ahí. Luego de dos o tres meses, dando viaje día por día, al Ayuntamiento, cayeron en cuenta que habían jugado a la política con ellos. Por lo menos tuvieron la decencia, de ir donde mi a pedir excusas por los insultos y darme las gracias por ser el único que les dijo la verdad, que ellos no quisieron escuchar.
Hoy día, sigue siendo igual o peor, veo al Regidor Wanchy Medina, tratando de enderezar las cosas, haciendo oposición, denunciando supuestas o reales anomalías en el Ayuntamiento de La Romana. Admiro su valentía. Pero se que los intereses del juego de la política, estarán por encima de lo que el piense y de los intereses del pueblo. Además, mucho me temo que en las próximas elecciones el no aparezca en la boleta morada, porque gente como el, no juega a la política y el que no juega a la política, lo expulsan, lo aíslan o lo sientan en el banco aunque sea un buen regidor, o como yo deciden retirarse de la política activa y dejarle el juego a aquellos que en verdad saben jugar el juego de la política. Para dedicar mis mejores esfuerzos a ser un fan de Cristo y a predicar la Palabra de Dios, a tiempo y fuera de tiempo, siguiendo a aquel que nunca me vía decepcionar, a aquel que lo puede todo, en todo, mi Cristo.
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