LIC. JUAN FEANCISCO MELO
La táctica: Es una idea, cuando se busca una táctica se está buscando una idea que se pueda ejecutar y convertirse en un plan estratégico. Podemos decir que una táctica es un ángulo mental competitivo. La táctica debe ser de acción, que defina la idea en perspectiva, en el terreno competitivo, para tener posibilidades de éxito. La táctica puede ser competitiva, el ángulo mental competitivo es el punto en la mente que permite que su programa de marketing funcione en forma eficaz.
La estrategia: No es una meta, primero hay que determinar lo que quiere lograr y luego tratar de encontrar las maneras y los medios de lograrlo, porque la mayoría de las metas no son razonables, el fijarse meta es un ejercicio de mucha frustración. Podemos decir que la estrategia no es una meta, es una planificación y dirección coherente de marketing. Es coherente en el sentido que está enfocada hacia la táctica que se ha seleccionado. Hay varios tipos de estrategias: A la defensiva, ofensiva, de flanqueo y de guerrilla.
Como podemos ver la táctica está demasiado valorizada, la que planifica es la estrategia no la táctica, la que gana elecciones es la estrategia. Sacar una ventaja a corto plazo en la opinión pública diaria por medio de la táctica es como jugar un partido de baseball con pelota de goma o de trapo, mientras que ganar en la colisión de ideas a través de la estrategia es como jugar en las grandes ligas con Boston versus Yanquis de New York.
Los miembros de los medios de comunicación que siguen el juego de la política segundo a segundo, se preocupan mucho por la táctica, dado que observan de cerca su formulación y puesta en práctica. Pero los votantes que quieren saber más sobre cómo serán afectados o benefiados de las propuestas del candidato, están más interesados en la sustancia y en los temas que en las fluctuaciones cotidianas de quién está arriba y quién está abajo en la carrera de caballo (encuestas), (Investigación de mercados).
Un candidato o el equipo del candidato que espera que el otro candidato cometa un error o confía en que su oponente se gaste para ganar, está haciendo el papel de tonto. La actitud más sabia es confiar en una estrategia básica que enmarque claramente la interacción de los mensajes en competencia y muestre un camino de avance hacia la victoria.
Una buena estrategia de campaña puede llevar meses para su formulación, pero no debe tomar más que un poco de palabras para expresar el mensaje que usted quiere llevarle al votante. Ejemplo: EISONHOWER A—Capitalicen el descontento con la corrupción, el comunismo nacional y el estancamiento en Corea para mostrar de la manera más ventajosa a este honesto ex –general. KENEDY 1960. Capitalicen la sensación de deriva nacional y la inseguridad generada por el programa especial y misilistico soviético para defender un abrupto de las políticas de Eisenhower. JOHNSON. Hagan que la gente se asuste mortalmente de Barry Gold Wáter. NIXON. Exploten el resentimiento generalizado contra la administración de Johnson.
Todo lo que se necesita es una oración, pero es una oración que la mayoría de las campañas nunca escriben. En cambio, esperan ver qué ocurre, disponiéndose a golpear sobre errores tácticos, como el fracaso de un oponente en un debate o un paso en falso en el desarrollo de la contienda electoral. A veces muchos candidatos en una campaña confunden la munición, el lodo con la estrategia y el plan es dispararemos factores negativos hasta que nos quedemos sin nada que decir.
La estrategia debe implicar un enfoque y un tema, que tome en cuenta el estado de ánimo del electorado, la debilidad del oponente las propias fuerzas. Los políticos deben tener pensado los siguientes cinco o seis movimientos, anticipar la respuesta del otro lado y programar movimientos alternativos como respuestas. La clave es fijar la propia atención rígidamente en el horizonte y machacar con el mensaje y el tema de la campaña. Un candidato debe usar todo tema, acontecimiento, ataque y repudio para repetir su postura básica una y otra vez y no dejar que la táctica o los blancos de la oportunidad lo aparten de su mensaje, por lo contrario, debe incorporarse con su tema.
El mensaje más que el dinero, los temas más que la imagen, los aspectos positivos más que los negativos, la sustancia antes que el escándalo, la estrategia más que la táctica.
Si el enemigo cuenta nuestras hogueras del rancho, igual que nosotros contamos las suyas, ¿por qué no prender Mas, o menos, para crear una falsa impresión de fortaleza? Si siguen cada movimiento de nuestro ejército, ¿por qué no avanzar en forma engañosa o enviar una parte en una dirección como señuelo? Si el enemigo ha enviado espías y agentes a nuestras filas, ¿Por qué no proporcionarles falsas informaciones? Un enemigo que piensa que conoce nuestros planes e intenciones y no se da cuenta de que ha sido engañado actuará según este falso conocimiento y cometerá toda clase de errores y terminará luchando contra sombras.
elpidiotolentino@hotmail.com; elpidiotolentino@gmail.com
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