CÁNDIDA FIGUEREO. Periodista. Reside en Santo Domingo
La falta de convivencia está lacerando de manera tangible las relaciones humanas al extremo de ser noticiable que padre y madre resultan lastimados por hijos viciosos que han perdido la integridad que da sentido a la vida porque echan a un lado la importancia de ejercitar el amor, ese amor que no se compra ni se vende porque es de naturaleza divina.
¡Qué pena! Si, que pena que un vicio vulgar convierta a un ser humano en un guiñapo que se arrastra hasta el fango y no haga un esfuerzo por liberarse de esa pesadilla de la que no pocos se han liberado con dignidad.
Lo último que debe pasar por la mente de un hijo es atentar contra sus padres, como hicieron recientemente dos hermanos con sus progenitores.
Es cierto que hay padres y madres que abandonan a sus hijos por motivos diversos, pero cualquiera que fuere su realidad no hay razón para dañarles porque la carga que llevan en su mente y corazón es digna del perdón.
La vida es muy breve para echarla por la borda. ¿Cómo es posible que un vicio pueda contigo. ¿Acaso no tienes fuerza de voluntad? Busque ayuda y si no desea hacerlo abrácese a lo divino con fe.
No pocas veces usted puede sentirse solo, desprotegido y pensar que el mundo se le viene encima. Eso se llama negatividad, y la debes apartar de su vida. ¿Por qué ser un hombre de poca fe? Nada de eso. La felicidad no viene dada por la abundancia económica ni por la miseria.
Si usted cree firmemente que es feliz, usted y es feliz. Apártese de la negatividad. Si deseas crecer, fájese con dignidad. No quiera lo fácil. Lo que cómodo llega, fácil se va.
Corintios 13:4-7 refiere que “El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. 5 No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. 6 El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. 7 Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta”.
Si ejercita el amor contigo, con tu familia y con tus semejantes sin importar su abolengo todos verán en ti a una persona diferente, sabedora de que nada es más importante que el amor que te eleva a lo divino, donde prevalece la paz. Entonces serás un ser humano admirado por todos.
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