Mi nombre es Leo, pero en el barrio me llaman Kuki Navaja.
Nací y crecí en Gualey, patria indomable edificada sobre las cimientes de sueños y aspiraciones frustradas. Allí supe lo que es la fragilidad del pobre y la opulencia de quienes, cada cuatro años, vienen a prometer soluciones si votamos por ellos.
Gualey fue mi campo de entrenamiento para el robo, el atraco, las trifurcas y la falta de escrúpulos. Pero Gualey era únicamente la pantalla chica en la pedagogía de mi entrenamiento. La pantalla gigante lo ha sido siempre el panorama corrompido del país, con el palacio presidencial como imponente fondo.
El corazón casi se me salió por mi boca cuando vi la noticia de que uno de mis héroes del béisbol había sido baleado en mi antigua zona de jangueo danzario. Vi a Big Papi caer en cámara lenta en aquel famoso video de su desgracia. Y también vi la paliza ciudadana contra uno de sus supuestos agresores.
Si yo fuera Big Papi, no enfilara mis cañones contra los delincuentitos que intentaron matarlo. Yo dirigiría mi furia contra los delincuentotes que, colgados de los anillos palaciegos, se roban los recursos del pueblo. Esos delincuentotes culpables de que en Gualey aun hoy no tengamos las más mínimas condiciones para vivir con dignidad humana. Los mismos delincuentotes financiados por los capos y Odebretch.
Si yo fuera Big Papi, me curo de esas heridas y me convierto en cuarto bate contra la corrupción y la impunidad de quienes se pasan el país por el trasero como tusa desechable. Si yo fuera Big Papi, regreso al lugar del balazo y desde allí declaro mi adhesión a las demandas del pueblo para que sus recursos sean invertidos en resolver problemas colectivos, no en abuchar las arcas personales de los delincuentotes.
Si yo fuera Big Papi, desde el mismo lugar de la tragedia pediría que me traigan a todos los apresados por el intento de asesinato. Entonces todos juntos narráramos al país las desgracias personales que hemos pasado como gente proveniente de la extrema pobreza y la opresión social. Propusiera que juntos firmáramos un pacto que nos comprometa a luchar sin descanso para evitar que la violencia siga tragándose nuestro país.
Si yo fuera Big Papi, hiciera eso, aunque me llamen loco o pelotero bruto.
Mi nombre es Leo, pero en el barrio me llaman Kuki Navaja, aunque ya no vivo en Gualey.
©Dió-genes Abréu
Junio 2019
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