Caerán las lluvias de julio
sobre el silencio de su voz,
codo a codo armará la noche
el poema en el lago de sus ojos
así como el pescador atrapa lunas
en las redes de sus labios carmín;
la palabra quedará estampada
sobre el lienzo de sus manos
y usted narrará las fábulas del negro
sin inmutarse ante el ardí
que quiebra mensajeros ancestrales;
la historia urge la sangre,
la sangre es un discurso líquido
pronunciado solamente por los sueños
y faltarán verbos para edificar
caminos que anden con su luz;
dígale al sol
lo oscuro que es el sueño del aljibe
si en su boca no cae la luna
embriagada de estrellas
y cantando eternas melodías;
¿sabrán los vientos de mayo
cuántos filos tiene la daga del olvido?
¿comerán de sus manos las palomas
cuando el maíz de su sonrisa
tenga cielo como el río?
no lo sé, don Hugo,
pero claro está que el mar lo nombra,
que le abrazan los pinos del campo
echándole neblina celestial
a las huellas de sus pasos dormidos;
caerán las lluvias de julio,
ya lo sé,
como también crecerá su voz
más allá del calendario de espantos
ungidos sobre su frente.
©Dió-genes
Julio 2019
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