Oscar López Reyes
El lastimoso colapso de las votaciones electivas-populares municipales, por un “sabotaje” o desperfecto informático, dispara la alarma sobre la incubación de más de un Joseph Fouché (Francia, 1759-1820) en litorales dominicanos y el despilfarro financiero (infuncionalidad de los escáneres 2016 y los equipos para el voto automatizado 2020) en la JCE, que manda a idear/esquematizar una fórmula que llamaremos “El Noveno Maleficio”.
La fragilidad institucional, emanación de una democracia renca, y la prevalencia del enunciado “El Noveno Maleficio”, han procreado a un Fouché, imperturbable, disimulado, temerario y propulsor del espionaje más terrorífico/estremecedor y una asonada contra Maximiliano Robespierre, que llevó al Estado a Napoleón Bonaparte.
Ha sido difícil condenar a los Fouché nativos por anormalidades electorales en 1978 y 1994, y comprobar el denunciado algoritmo y la fuente del desastre/2020. Las jugadas delictivas han desnudado la psicopatología (bipolaridad, ansiedad, distracción, fatiga por estrés, soberbia, “hubris” o desmesura, etc.) de políticos de todas layas que atrapan riquezas, poderes y relaciones, y que asiduamente terminan en desprecio/descrédito, achaque/deceso y persecución/suicidio.
En la plazoleta nacional, el NOVENO MALEFICIO de batalladores preeminentes interfiere como un tirabuzón de nueve colas:
1.- Maquiavélico (malicioso e intrigante): magullar inmisericordemente a los antagonistas.
2.- Ambicioso (aprovechado y rapaz): adquirir bienes y hegemonizar la jefatura del partido y el gobierno.
3.- Licencioso: (autoritario e impúdico): irrespetar la Constitución, las leyes y los derechos humanos.
4.- Elucubrar (acechar y planear): para complacer caprichosos inconfesables.
5.- Fanático (intolerancia e irracionalidad): incendiar la vivienda del competidor.
6.- Cobarde (sobrecogido y temeroso): aprensión por el destino futuro.
7.- Ignorante (falta de sabiduría): abrirse frentes y no ceder.
8.- Inmaduro (irreflexivo y brusco): obrar con impulsividad e imprudencia.
9.- Obstinado (terco y tenaz): persistir en tener la razón, imbuido por el síndrome de los dioses supremos en la tierra.
Aunque la exploración exterior arroje una falla informática, la mayoría seguirá con las miradas acusadoras posadas sobre dirigentes del PLD, cuya gestión administrativa debe concluir sin más traumas, para lo cual tienen que desterrar los discursos imprudentes de Temístocles Montás y Felucho Jiménez. La percepción inculpadora no gira sobre Leonel Fernández, que insistentemente advirtió el percance, ni sobre Luis Abinader Corona, quien noblemente abrillanta en política por vocación paterna y su preocupación por la Nación.
Replanteadas las lizas municipales, mandantes y líderes opositores, en vez de parecerse al señor de las tinieblas o genio tenebroso de Fouché, están compelidos a garantizar la gobernabilidad democrática y la estabilidad macroeconómica. Ellos merecen descansar, escuchar consejos externos, no intrigas de fanáticos partidarios; transferir optimismo y dejar un legado histórico. La paz colectiva empieza en el individuo, que se consigue con la terapéutica MantraYoga y HathaYoga, la natación y oir música romántica y bachata de 1960.
Cordialmente,
Oscar López Reyes
Periodista-mercadólogo, escritor y artículista de El Nacional,
Director Escuela de Comunicación Universidad O&M,
Ex Presidente del Colegio Dominicano de Periodistas
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