viernes, 30 de diciembre de 2022

Conversaciones con Monseñor Francisco José Arnaiz

José Gómez Cerda.


Monseñor Francisco José Arnaíz, sacerdote jesuita (S.J.) nació el 9 de marzo de 1925 en Bilbao, España y murió el 14 de febrero de 2014 en Santiago de los Caballeros, República Dominicana. Fue uno de los sacerdotes más preclaros de la República Dominicana, país al que arribó en 1961 y que, ha sido un ejemplo de sacerdote, maestro, pastor, intelectual, escritor, orientador y amigo.

Desde muy joven, Arnaíz ocupó importantes cargos, entre los que se destacan: 1949-52 Formador y Profesor en el Seminario de San Ildefonso (Aibonito, Puerto Rico); 1959-61 Rector del Noviciado-Juniorado “San Estanislao de Kostka” (La Habana y director de la Casa de Ejercicios San Ignacio de Loyola (La Habana).

Según me dijo el Padre Domingo Legua, de la pastoral social, Francisco José Arnaíz en su juventud estudió psiquiatría, en los Estados Unidos.

Un grupo de sacerdotes que fueron expulsados de Cuba, después del triunfo de la revolución de Fidel Castro, se radicaron en la República Dominicana, a principios de la década del 60, y encontraron en la Confederación Autónoma de Sindicatos Cristianos (CASC), y la Federación Dominicana de Ligas Agrarias (FEDELAC), dos organizaciones con bases en todo el país, y ellos se entregaron dar sus conocimientos ideológicos para la formación de trabajadores, sin tener ellos un protagonismo, sino dejando eso a los líderes sindicales cristianos.

Monseñor Francisco José Arnaíz.
Monseñor Francisco José Arnaíz, S.J. participó en una generación de sacerdotes jesuitas que sin abandonar su vida religiosa se dedicaron a dar educación y orientación a los trabajadores del campo y la ciudad en la República Dominicana, entre ellos estaban: Manuel González Quevedo, Carlos Benavides, José Llorente, Fernando Arango, Francisco Guzmán, entre otros, a quienes luego se unió el Padre José Luis Alemán.

Tuve la oportunidad de conversar con el padre Arnaiz, en diversas ocasiones, desde que llegó al país, hasta su muerte.

En diciembre de 1961, el Padre Francisco José Arnaíz llegó al país por primera vez, él redactó 41 esquemas de predicación dominical basados en la nueva encíclica “Madre y Maestra”, que serviría de orientación a los sacerdotes para sus prédicas en las misas de los domingos.

Luego fue nombrado director del grupo de la Casa Social de los jesuitas, junto a los padres Carlos Benavides, José Llorente y Francisco Bartolomé.

Desde el 1962-64 Fundador y director del Centro de Información y Acción Social (CIAS) de Santo Domingo, Asesor de la Confederación Autónoma de Sindicatos Cristianos (CASC) y de la Federación de Ligas Agrarias Cristianas (FEDELAC); 1964-75 Rector del Seminario Pontificio Santo Tomás de Aquino, Santo Domingo, República Dominicana.

El padre Arnaíz, junto con José Llorente y Carlos Benavides se puso al servicio de la educación sindical, en cursos programados por la CASC, en el Instituto Nacional de Formación Agraria y Sindical (INFAS), muchos cursos se realizaban en la Casa Manresa, en el Km 12, de Haina. Arnaíz era para los temas de la Doctrina Social Cristiana, Benavides para principios filosóficos y Llorente para economía y cooperativismo.

El grupo de sacerdotes extranjeros y dominicanos que se dedicaron a lo social, y en especial al sindicalismo, encontraron en la CASC un grupo de jóvenes "veinteañeros" que tenían formación espiritual y material. Henry Molina, José Gómez Cerda y Porfirio Zarzuela se habían formado en la Juventud Obrera Católica (JOC), y la Acción Católica, Gabriel del Río acababa de salir del Seminario Santo Tomás de Aquino; Henry Molina y José Gómez Cerda venían del exilio contra Trujillo y se habían capacitado en sindicalismo, en el exterior con líderes como Rafael Caldera, Luís Herrera Campins, Arístides Calvani, Emilio Máspero, Eduardo García y José de Jesús Plana, entre otros.

El trabajo conjunto entre los líderes sindicales cristianos dominicanos y los sacerdotes sociales fue fructífero, productivo y coherente.

A fines de febrero de 1962 el Padre Arnaíz sustituye al Padre Manuel González Quevedo como director de la Congregación Mariana Javier.

¡Qué eficaz es cuando se unen la fuerza de la inteligencia con las fuerzas obreras de la producción, para formar militantes sindicales honestos y capacitados!

El padre Francisco José Arnaíz, además de sus responsabilidades en el Seminario Santo Tomás de Aquino, y otras tareas en diversas parroquias, dedicaba tiempo para participar en cursos, seminarios, charlas y conferencias sobre los principios y valores del cristianismo social.

Cuando el padre Francisco José Arnaiz, fue rector del Seminario Pontificio Santo Tomás de Aquino, me invitó en dos ocasiones, a que les diera charlas en los seminaristas. En una ocasión les hablé sobre la importancia del sindicalismo cristiano, y la otra sobre los trabajadores cristianos, laicos.

La participación directa y pública de esos sacerdotes, encabezados por el Padre Arnaíz, identificados con los trabajadores, inspiró a que profesionales también asesoraran a los sindicatos cristianos como los casos de César Estrella Sadhalá, Freddy Madera, Ezequiel García Tatis, Ignacio Miranda, Bienvenido Brito, Giuseppe Rimoli, Flavio Darío Espinal, en Santiago, el Ing. Krawinkel, y otros talentosos profesionales, quienes brindaron sus servicios gratis para los trabajadores.

Monseñor Arnaíz explicaba las encíclicas sociales, la doctrina social de la Iglesia, también sobre temas cotidianos como el derecho a la asociación de los trabajadores, al contrato colectivo y a la huelga. Les decía a los dirigentes sindicales que les consultaban, que el sindicalismo es algo maravilloso para hacer el bien a los que necesitan, pero no debían olvidar la parte espiritual, y que el conjunto de la acción y la espiritualidad formaba dirigentes capaces y honrados.

Los jesuitas tenían un local en la Avenida Independencia que era el centro de estudios, donde Arnaíz llevaba a dirigentes sociales para darle explicaciones sobre temas doctrinales y mostrarles libros de una extensa biblioteca que ellos tenían.

Conversé con él, en el Restaurante Vesubio, en Santo Domingo, que estaba en compañía de Monseñor Agripino Núñez Collado, yo estaba con dos amigos sindicalistas italianos; Albino Gorini y Francesco Orsomando. La conversación entre ellos fue en italiano, idioma que él dominaba, junto con el francés, y por supuesto el latín. Con Arnaíz podíamos conversar sobre sindicalismo, la doctrina social cristiana, pero también sobre intelectuales como Jacques Maritain, Emmanuel Mounier, y Giorgio La Pira.

Una vez conversé con el Padre Arnaíz, y le cuestioné, porque ese equipo de jesuitas se comprometía con la CASC y la FEDELAC, me respondió, que ellos tenían experiencias de España y Cuba, pero siempre había tratado a trabajadores en forma individual, porque el sindicalismo cristiano nunca floreció en esos países, sin embargo, en la República Dominicana encontraron una organización fuerte, representativa, con miles de afiliados, era una tierra fértil para propagar la doctrina social cristiana. El padre Arnaiz, fue desde 1975, al 2002, secretario general de la Conferencia del Episcopado Dominicano, asistió a todos los diálogos sociales y presidente de la Comisión Doctrinal.

En 1988 fue designado Obispo Auxiliar de Santo Domingo, Vicario Episcopal para la Universidad Católica Santo Domingo; siendo consagrado en Roma por el papa Juan Pablo II, junto con el arzobispo de Santiago, Monseñor Benito de la Rosa y Carpio el 6 de enero, y presentados en la Catedral de Santo Domingo el 21 de enero de Mons. José Francisco Arnaíz, SJ. 1989.

Desde 1990 al 1995, el padre Arnaiz, fue presidente del Departamento de Vida Consagrada del CELAM, presidente de la ADAA (Asociación Dominicana de Autoevaluación y Acreditación) de las Universidades Privadas y Encargado de la Cátedra Monseñor Beras de la PUCMM. Monseñor Francisco José Arnaíz fue un promotor, actor y orientador en la educación de cientos de sindicalistas dominicanos, sembró en el desarrollo espiritual y educativo en el sindicalismo cristiano.

Conversé mucho con el Padre Arnaiz, cuando el ganó el premio Caonabo de Oro, que organiza la Asociación Dominicana de Periodistas y Escritores (ADPE), presidida en esa época por el Dr. Salvador Pittaluga Nivar, en la cual yo era miembro de la directiva.

El padre Arnaiz, escribió 20 libros, entre los que se destacan: Dinámica egocéntrica, 1967; María Sponsa Spiritus Sancti, 1967; Los Ejercicios Espirituales para el hombre de hoy, 1973; Datos y Análisis para la Historia, 1981; Albores de la fe, 1989; San Ignacio de Loyola por dentro, 1991; Más luces que sombras, 1989; Bitácoras, yelmos y cruces, 1992;

También; Catecismo y catecismos, 1993; el Cardenal Beras Rojas, 1994; Jesús de Nazareth, 1996; Lecturas Pascuales, 1997; San Ignacio de Loyola, maestro de la vida en el Espíritu, 2001; El Celibato, 2003; Fisonomía de Cristo, 2005, y La madurez de los pueblos exige tiempo, 2006.

Como columnista del periódico Listín Diario, empezó a colaborar en diciembre de 1966, primero en el Suplemento Sabatino y después en la página de opinión de la edición sabatina, La columna lleva el título de “Pensamiento y vida” por tocar temas teológicos, filosóficos, culturales, o hacer comentarios sobre la vida nacional. Publicó más de 1,650 artículos.

El 27 de septiembre de 2003, siendo ya obispo emérito, fue designado titular de la cátedra “Cardenal Beras” sobre Iglesia y Mundo Moderno, en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, e investido como Doctor Honoris Causa.

En un acto que realizó la Confederación Autónoma de Sindicatos Cristianos (CASC), en la Catedral de Santo Domingo, Monseñor Arnaiz, dijo; En la actualidad «los sindicatos de trabajadores han olvidado que uno de sus objetivos es luchar por las reivindicaciones sociales de los obreros ».

¿Podrán surgir nuevos sacerdotes sociales que se interesen en cooperar con el sindicalismo dominicano, y aparecerán sindicalistas que quieran coordinar sus actividades con representantes de la Iglesia?

Conversar, durante varias veces con Monseñor Francisco José Arnaiz, ha sido para mi una gran experiencia, por lo mucho que aprendí de él.

 

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