José Gómez Cerda.
Tuve el privilegio de representar al gobierno del presidente Francisco A. Caamaño, en diversos países, durante la intervención norteamericana de 1965, siendo uno de los pocos dominicanos que estuvimos en el inicio, durante y el final de la invasión, salí y entré al país. ¡Pude conocer la geopolítica de ese momento!
El 25 de abril de 1965, los miembros del Comité Ejecutivo de la Confederación Autónoma de Sindicatos Cristianos (CASC) nos presentamos en la televisión oficial, “La Voz Dominicana, Canal 4”, y por medio del vocero oficial, Henry Molina, respaldamos públicamente el Movimiento Constitucionalista.
La CASC se opuso a la intervención norteamericana, apoyó el Movimiento Constitucionalista, y constituyó el Comando Armado Sindical Cristiano (CASC); el secretario general Henry Molina, pasó a ser comandante.
La segunda invasión estadounidense de la República Dominicana, llamada Operación Power Pack, por las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos, comenzó con la entrada del Cuerpo de Marines en Santo Domingo el 28 de abril de 1965. Ese día una fuerza anfibia de la Infantería de Marina de los Estados Unidos, desembarca por la tarde en las costas de República Dominicana con 500 hombres, el número final de tropas alcanzaría a 42.000), el presidente Lyndon B. Johnson ordenó el desembarco de la 82 División Aerotransportada de los Estados Unidos,
La CASC planeó convocar una huelga general, para eso me envió a Santiago, el 1ro. de mayo, junto a Francisco José Bidó y Francisco Antonio Santos, consultamos y analizamos la situación, pero las condiciones objetivas no estaban dadas para una huelga de ese tipo. Días después Francisco Antonio Santos y Francisco José Bidó fueron hechos prisioneros en Santiago.
La primera delegación internacional de la Organización de Estados Americanos (O.E.A.) que llegó al país estaba encabezada por el embajador de Chile ante las Naciones Unidas, Alejandro Magnet, quién se reunió con los dirigentes de la CASC y con el coronel Francisco A. Caamaño, presidente del sector Constitucionalista.
Alejandro Magnet se quedó sorprendido al comprobar que los sindicatos cristianos estuvieron en apoyo al movimiento Constitucional, pues en los Estados Unidos, y parte del exterior, se decía que ese era un movimiento comunista. De ahí surgió la idea de que un dirigente de la CASC fuera al exterior para expresar el apoyo de los sindicatos cristianos al movimiento constitucionalista.
Fui designado por el presidente Francisco A. Caamaño, representante del Gobierno Constitucional ante los gobiernos y trabajadores de Venezuela, Chile y México, que habían sido gobiernos de mejor comportamiento en la situación; en esos momentos, la mayoría de los países latinoamericanos eran dictaduras y gobiernos militares.
En Venezuela participé en una reunión del Comité Ejecutivo de la Confederación Latino Americana de Sindicalistas Cristianos (CLASC), también me entrevisté con el presidente Raül Leoni, y otras personalidades.
En Chile se hizo una gran concentración en el Teatro Caupolicán, encabezada por José Gómez Cerda y Caonabo Javier Castillo, luego me entrevisté con el presidente Eduardo Frei Montalva, representante de la democracia cristiana.
En México me reuní con representantes gubernamentales y sociales, además se hizo una rueda de prensa, que fue reproducida a nivel internacional por medio de la agencia UPI, en protesta sobre la invasión norteamericana, y en defensa de la soberanía nacional.
En Puerto Rico me reuní con diversos lideres sindicales y políticos puertorriqueños y tuve una importante reunión con el profesor Juan Bosch, líder del movimiento constitucionalista.
Mientras tanto en el país se creó la Fuerza Interamericana de Paz (FIP), la que se conformaría con los contingentes que aportaran las naciones participantes; México, Uruguay, Ecuador, Perú y Chile votaron en contra de la creación de la FIP, y Venezuela se abstuvo.
El 20 de junio de 1965, estando en Puerto Rico, Emilio Máspero, encargado de la Central Latinoamericana de Sindicalistas Cristianos (CLASC), para el Caribe, me llamó por teléfono, desde Venezuela, y me ordenó que fuera a Nueva York, que un grupo de expertos, encabezados por el señor Donaldwood me elaborarán un programa de relaciones con personalidades y periodistas, para tratar sobre la revolución que se estaba dando en República Dominicana, agravada por la invasión de los Estados Unidos.
Me trasladé a Nueva York, me mostraron el programa, debía trasladarme a Washington, para reunirme con dos periodistas norteamericanos, también con un político y con una representación del Departamento de Estado, que es la agencia que maneja la política exterior de los Estados Unidos.
En Washington me reuní con dos periodistas, uno del “The Washington Post” y otro del “New York Times”, también con un político de apellido Phillip, además me reuní con los dominicanos; Dr. Antonio Rosario, político, dirigente del Partido Revolucionario Social Cristiano (PRSC), y Milton Messina, que trabajaba en un el “Banco Interamericano de Desarrollo (BID)”.
En el Departamento de Estado, me recibió un señor de apellido Montenegro, de origen nicaragüense, con quien conversé, en español, me presentó un programa que incluía un intercambio de opiniones, un almuerzo con tres personalidades del Departamento, y un recorrido por algunas oficinas.
El señor Montenegro agradeció mi visita, me presentó la oficina dedicada a la República Dominicana, inclusive me mostró varias fotografías mías, que yo no conocía, pero ellos las tenían.
Me informó que el día anterior lo había visitado el General Lajara Burgos, quien le ofreció importantes informaciones sobre la situación de la revolución que se producía en esos momentos en la República Dominicana, y le informó que él había estado con el movimiento constitucionalista, pero que después que llegaron los norteamericanos, cambió de rumbo.
Después de explicarme que, para ellos, los norteamericanos, la situación dominicana era muy delicada, pues, según su opinión, un pequeño grupo de comunistas querían hacer otra revolución como la que hizo Fidel Castro en Cuba.
Después de su introducción me pidió mi opinión sobre la situación; La Confederación Autónoma de Sindicatos Cristianos (CASC), junto a la Central Latinoamericana de Sindicalistas Cristianos (CLASC), habíamos elaborado un documento estableciendo la posición de los trabajadores frente a la intervención norteamericana de 1965, y ese documento se lo entregué al Sr. Montenegro.
Este manifiesto expresa el criterio de los trabajadores dominicanos, en especial de la CASC, de apoyar el movimiento constitucionalista, encabezado por el presidente Francisco A. Caamaño, repudio a la intervención norteamericana, explica porque los sindicalistas cristianos mantienen sus principios, valores y apoyo a la constitucionalidad y el honor y la valentía de proyectar una nueva sociedad, sin tutela de ningún imperialismo.
Cuando el señor Montenegro leyó el documento, inmediatamente reaccionó, y me dijo varias palabras muy duras, contra el gobierno constitucional dominicano, y los grupos que los apoyamos, y en especial a mí por presentarme al Departamento de Estado, con ese documento, además me dijo tajantemente que la invitación que me había hecho para un almuerzo, con otras personalidades del Departamento de Estado, quedaba suspendido, y me señaló la puerta de salida de su oficina.
Después de intensas negociaciones, el 9 de agosto el Comité ad hoc de la OEA presentó una nueva propuesta de arreglo, titulado “Acta de Reconciliación Dominicana”, la que consistió en formar un Gobierno Provisional presidido por Héctor García Godoy, la aprobación de una amnistía general, y el desarme de los civiles, ante el nuevo gobierno provisional.
Después de estar en Venezuela, Chile, México, Puerto Rico y Estados Unidos, defendiendo públicamente el gobierno constitucional que encabezó el presidente Francisco A. Caamaño, regresé al país y me reincorporé al Comando Armado Sindical Cristiano -CASC, y en defensa del movimiento constitucionalista, habiendo conocido la geopolítica que se presentaba en aquel tiempo, lo cual fue de gran experiencia. Visité y le hice un recuento de mis actividades en el exterior al Nuncio Apostólico, Monseñor Emmanuele Clarizio, quien me felicitó por mis actividades.
Agradezco a Dios, que a mis 25 años de edad, había estado contra la dictadura de Trujillo, formado en la Juventud Obrera Cristiana (JOC), exiliado en varios países, cofundador de la Confederación Autónoma de Sindicatos Cristianos (CASC), la Federación Dominicana de Ligas Agrarias Cristianas (FEDELAC) y del Instituto Nacional de Formación Agraria y Sindical (INFAS), opuesto al golpe de Estado que derrocó el gobierno de Juan Bosch, y representante del gobierno y los trabajadores en el exterior, durante la intervención norteamericana.
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