En la vida hay dos realidades concretas, que pueden verse, tocarse y sentirse. Ellas son la riqueza y la pobreza. Ninguna puede existir sin la otra, porque los ricos viven y se alimentan del sudor de los pobres, mientras los pobres sobreviven con las migajas que les dejan caer los potentados, a través de los mecanismos que se han inventado, para mantenerlos sumisos y subyugados.
Para que los pobres estén tranquilos, beneficiando a los lobos humanos rapaces, hay la necesidad de mantenerlos ignorantes, adormecidos y sumidos en la profundidad del oscurantismo.
Por esa razón se inventaron la “Gloria y el “Infierno, con “Dios” y el Diablo” como las figuras místicas para atemorizar a los posibles revoltosos, manipulándolos y aterrorizándolos, aplicándoles la teoría del miedo, a través de las religiones, con las amenazas de que quienes “pecan van para el “infierno” y quienes se portan bien para la “gloria”
A Dios lo presentan como algo supremo que está por encima del bien y del mal, como símbolo de poder omnipotente, contra el cual nadie se puede revelar, so pena de irse derechiiiiiiito a lo más caliente del “infierno”, un supuesto lugar lleno fuego.
También crearon la política, un medio para controlar, administrar y reprimir a quienes intenten sublevarse contra las leyes “Divinas” aplicadas a través de las diferentes religiones y las iglesias que las representan, casi todas protegidas y financiadas por los ricos y los políticos, con los impuestos que les cobran a los pobres, de las mismas migajas que les boronean los de arriba, en forma de limosna, que luego les cobran a través de trabajos forzados, gratuitos y con votos en los tiempos electorales.
El verdadero Dios de los ricos es el señor dinero. Los religiosos y los políticos lo saben y les hacen creer otra cosa a los desprotegidos, porque ese es su trabajo y la razón de su existencia.
Los ricos van a las iglesias y aportan por conveniencias, porque los gobiernos les reducen de sus impuestos las donaciones que hacen, pero al mismo tiempo cuentan con el agradecimiento y el apoyo de esas organizaciones religiosas, por sus aparentes obras de “caridad”.
En cambio, los pobres acuden y aportan tiempo, trabajo gratuito y dinero, inducidos por el temor de ir al “infierno” imaginario, inventado por los traficantes de sentimientos, que basados en sus mentiras viven como reyes en la gloria terrenal. Mientras mantienen a los pobres en un verdadero infierno, cruel, injusto e inhumano, envuelto en papel celofán envaselinado.
Por eso, me atrevo asegurar que las iglesias tienen un negocio redondo. No pagan impuestos, reciben donaciones de ricos y pobres, tienen una diversidad de negocios productivos, reciben protección y grandes donaciones públicas y privadas. Los miembros de las iglesias tienen que pagar un diezmo obligatorio, y el tiempo gratuito que dedican sus miembros, involucra la búsqueda de nuevos afectos, y cooperar en las numerosas actividades de recaudación de ofrendas "voluntarias" que se realizan con mucha frecuencia.
Por esa razón es que hay tantos curas y pastores ricos, hasta con aviones privados y grandes mansiones en diferentes ciudades del mundo.
En Nueva York, las iglesias son uno de los negocios más rentables. Hay lugares donde usted se encuentra con más de 20 iglesias de todas las denominaciones, en un área relativamente reducida.
Lo peor de todo es que esas iglesias en tiempos de elecciones o de conflictos internacionales, casi siempre se van del lado de candidatos y partidos con menos sensibilidad humana, como fue el caso de algunos candidatos de las elecciones del 2020.
Otro caso que me llamó poderosamente y me empujó a distanciarme de las iglesias cristianas, fue una reunión de 90 pastores, en una iglesia de Brooklyn, a principio de los años 90, para respaldar la invasión del gobierno de los Estados Unidos a la República de Panamá, para derrocar al presidente Noruega.
Entre otras malas acciones que por cuestión de tiempo no menciono, de diverso tipo, cometidas por algunos pastores evangélicos y católicos que prefiero no señalar, pero que me dejaron perplejo, y me hicieron perder la fe y la confianza en los predicadores, políticos y las llamadas organizaciones sin fines de lucro, muchas de las cuales son oficinas privadas de agencias de seguridad encubierta, casi siempre al servicio del mal y en contra de la comunidad.
El día que no haya pobres, día que al parecer nunca llegará, muchas iglesias e importantes concilios desaparecerán.
El día que los pobres se eduquen y descubran las farsas de muchos religiosos, políticos y la mayoría de las organizaciones “sin fines de lucros”, otro gallo cantará.
Con todo lo expuesto, no pretendo promover el ateísmo, porque pese a todas las falencias descubiertas aquí denunciadas en el ámbito de la política y las religiones, también debo considerar que hay excepciones, personas de actuar correcto, que desde la vocación y buena intención de ayudar a los más necesitados, se conducen de forma coherente con los principios que predican y el nombre del Dios que proclaman. (pronosticamedia.com)
No hay comentarios:
Publicar un comentario