Lo dijo ese gran pensador.
“Vivir sin patria es lo mismo que vivir sin honor”
Y ahora yo le agrego con gran dolor, Un pueblo sumiso y lleno de temor, le está entregando pacíficamente su patria a su viejo invasor.
A través de un fuerte núcleo poderoso traidor, sin escrúpulos, sentimiento ni pudor, que, bajo el ropaje de próspero inversor, esconde su garras de soberano abusador, de los bienes del Estado y de los obreros súper explotados, discriminados, mal tratados y mal pagados, como esos a quienes los sectores agrícolas, turísticos y de la construcción usan, rehúsan y sobre abusan.
Y luego, los expulsan como desechos intestinales, acusándolos de todos los males.
Friusa, una comunidad pobre, ubicada dentro del territorio de la provincia La Altagracia, e integrada mayormente por nacionales haitianos, en su mayoría obreros y empleados del sector turístico y de la construcción, bien podría nombrarse como el zafacón de los complejos turísticos de Punta Cana.
Parte de los responsables de la pacífica invasión haitiana, al territorio de la República Dominicana, país donde los poderosos hacen lo que les da la gana.
Las principales leyes de mayor violación por los empresarios turísticos y de la construcción, son las laborales y las de inmigración.
Friusa, en Punta Cana, es solo un ejemplo de lo que sucede en todo el país, con la complicidad de políticos, legisladores, poder judicial y gobierno central.
Es cierto que la marcha de la Antigua Orden no resuelve el desorden. Pero suenan las alarmas para que las autoridades hagan su tarea, se aprieten las correas, y demuestren que este es un país, no una aldea.
Con hombres y mujeres de valor, capaces y dispuestos a defender el honor, de una patria que ha derramado mucha sangre y sudor, para mantener su independencia, rechazando cualquier tipo de invasión o injerencia, sin importar el poder de la potencia, que a través de sigilosas prebendas intente imponer su agenda.
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